Capítulo 44: Fuego y Escarcha.

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Quería golpearlo, destrozarle la cara y partir en pedazos todas y cada una de sus articulaciones

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Quería golpearlo, destrozarle la cara y partir en pedazos todas y cada una de sus articulaciones... o al menos esa fue la idea con la que inicialmente me disponía a enfrentar al elemental de fuego. Estaba preparado, que listo para una batalla sangrienta. Esperaba encontrarme en aquella zona aplacada por los escombros con un monstruo cubierto con llamas endemoniadas, uno que vistiera los huesos de sus enemigos caídos y que derrochaba tal nivel de muerte con su sola presencia. En lugar de todo eso, frente a mis ojos no había más que un simple hombre. Una figura que se erguía como una persona cualquiera y que al girar el rostro hacía mí, no vi otra cosa que unos ojos humanos, apagados y fríos, pero humanos. De inmediato me sorprendió darme cuenta de lo joven que era. Su nombre y rostro estaban en multitud de casteles de recompensas en las estaciones de trenes, y ahora veía que los retratos digitales en realidad no le hacían justicia en lo más mínimo. Que va, si hasta podía afirmar con total seguridad que tendríamos la misma edad.

¿Cómo? ¿Este es el Hacedor de Cenizas? Menuda desilusión...

Y es que lo era. Las incontables historias de sus hazañas me hicieron imaginar a un hombre mucho más peligroso del que tenia delante. Su mirada era distante, penetrante y no reflejaba brillo alguno de querer sangre. Sabía reconocerla cuando esta se asomaba, hace tan solo unos minutos atrás choqué puños contra un perfecto ejemplo de alguien con ansias por la muerte, más este sujeto no parecía estar interesado en lo absoluto, si bien no por eso iba a confiarme. Mis ojos por un breve instante se posaron en el cuerpo de Fraud, que yacía inmóvil a unos cuantos metros de nosotros. De nuevo sentía que la rabia se apoderaba de mí. Por supuesto... no podía olvidar que fueron ellos los que habían venido a nuestra ciudad a buscar pelea y que el mayor causante de tantas muertes en el reino se hallaba parado frente a mí.

—Vaya que eres un maldito —solté y relajando los dedos, comencé a expulsar miles de copos de escarcha que con lentitud se reunieron, formando una pantalla a mis espaldas—.  Sabíamos que su gremio tenía cuentas que rendir con nosotros, aunque jamás creímos que caerían tan bajo como para involucrar a gente inocente. Ustedes... no tienen una sola gota de honor en sus venas.

—¿Acaso crees que con honor se ganan batallas? —respondió él con un tono seco—. Eres muy inocente si piensas que tu enemigo no utilizará cualquier medio a su disposición para hacerles daño.

—¡Una guerra entre magos debería ser solo entre ellos, los humanos ningún papel tienen que jugar en esto! —resoplé y sentí que las palabras me quemaban la garganta.

—Sí, sí lo tienen, se les conoce como daño colateral —soltó y fue su tono de tranquilidad lo que terminó por desatar mi ira.

¡Maldito hijo de...!

Sin afán de querer continuar con esta conversación, levanté el brazo y dirigí mi ventica helada hacía él. El primer contacto fue el esperado. Mis copos de escarcha con velocidad fueron consumidos en cuanto tocaban su cuerpo y eso solo confirmó una teoría que llevaba dando vueltas en las cabezas de quienes escuchaban hablar del Hacedor de Cenizas, no solo su magia es letal sino que su cuerpo también despedía un calor mortífero.

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