Capítulo 12: Deber y Obligación.

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Ante el repentino hecho que ocurrió frente a nosotros, ninguno del grupo se movió de inmediato

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Ante el repentino hecho que ocurrió frente a nosotros, ninguno del grupo se movió de inmediato. Trozos de piedra quedaron esparcidos a nuestros pies y una pequeña capa de polvo se había levantado en la habitación.

—Maze... —escuché susurrar a alguien.

La risa de Razar se agudizó por todo el lugar y fue el detonante que logró hacer que aquellos tres se movieran. El mago de nieve fue el primero en reaccionar con furia. Se alejó de nosotros y exclamando un grito de ira, se impulsó hacia el enemigo con tanta fuerza que logró romper la madera del suelo. Durante el saltó, lo vi recubrir sus brazos con una capa de nieve color azul y se preparó para asestar un golpe hacia el enemigo. Razar esquivó su ataque sin dificultad y se dejó caer al suelo. Al verlo de pie, el rubio colocó una mano en el piso e hizo que toda la superficie en la que estábamos parados de pronto se ablandara como una ola. Inmediatamente sentí que mis pies se hundían en el suelo; era como si estuviera atascado sobre una especie de arena movediza.

—Oh, tienes una magia interesante —comentó Razar intentando mantener el equilibrio—. Se podría decir que somos parecidos.

Razar alzó ambas manos y de la pared a su espalda, dos pilares de piedra salieron disparados hacia nosotros. Me hice a un lado, pero el rubio movió una mano y frente a él, la tierra se alzó creando una montaña que los protegió a ambos. Su compañero dio un paso hacia atrás y recogió un trozo de piedra del suelo, lo apretó fuertemente entre su puño y seguido, su piel comenzó a tornarse del mismo material que la roca hasta lograr cubrir la mayor parte de su cuerpo. De su nueva armadura forjó una especie de espada de la misma composición, y sin aviso alguno, se lanzó hacia Razar. Para mi sorpresa, el hombre era rápido pese a estar vestido con roca.

—¡Eso no, desgraciado! —gritó el rubio levantando los brazos, y al hacerlo se alzó una montaña detrás de Razar que le frenó la movilidad.

—Oh, nada mal —comentó Razar como si le hiciera gracia la situación.

—¡Hazlo ahora, Drull! —soltó el rubio.

Su compañero asintió y deshaciendo su armadura, mandó volando los pedazos de roca como proyectiles hacia Razar. El hombre no se mostró preocupado y levantó un pilar de roca frente a él que logró protegerlo.

—¡Esos trucos no les servirán de nada! —aseguró Razar.

—No lo creas idiota —le dijo el hombre, señalando hacia arriba con el mentón.

Al alzar la cabeza, su sonrisa se desvaneció al ver al mago de nieve apuntándolo con una gigantesca flecha azul hecha de solida nieve.

—Desaparece, maldito... —le dijo apenas mostrando alguna expresión, y seguido disparó su proyectil a gran velocidad hacia él.

Razar intentó moverse, pero el rubio hundió parte del piso haciendo que su pie quedara atrapado entre pliegues de la madera. La flecha finalmente lo alcanzó y el impacto creó una onda expansiva que levantó gran parte del suelo. Mientras esperaban que la nube de polvo se disipara, el mago de nieve regresó al suelo y se reunió con los otros dos, luego entre los tres contemplaron el escenario que habían creado. Noté la frustración e ira en sus rostros; ninguno se atrevió a compartir palabras de ánimo.

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