Capítulo 37: Equipo.

43 8 18
                                    

Llamados por el aullido de la criatura, Flare y yo seguimos el estridente rugido por unos cuantos metros hasta que este dejó de escucharse y su eco comenzó a disiparse en el aire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llamados por el aullido de la criatura, Flare y yo seguimos el estridente rugido por unos cuantos metros hasta que este dejó de escucharse y su eco comenzó a disiparse en el aire. Nos detuvimos de golpe y juntando las espaldas, con cautela miramos a nuestro alrededor, buscando por entre los arbustos y por el lateral de los troncos de los árboles, alguna señal de vida que delatara su presencia. De improvisto y emergiendo del silencio y de la quietud del bosque, se alzó un gruñido, tan sutil y pausado que a duras penas y llegaba hasta nuestros oídos. Me recorrieron unos horribles escalofríos por los hombros y se me aceleró el corazón de tan solo pensar en que estaba siendo vigilado por algo a lo que no podía ver. Se sentía tan profundo y sofocante, como si la mismísima noche estuviera acechando, esperando impaciente el momento perfecto para saltar sobre nuestros cuellos.

—Nos está observando desde alguna parte —le avisé a Flare, con voz tan baja que no estuve seguro de si me había escuchado.

—Seguramente está estudiándonos, sabe que lo estamos cazando así que intentará ser precavido —respondió ella con el mismo nivel de susurro.

—No veo una mierda, luchar contra él en estas circunstancias será todo un problema. Oye, ¿no crees que podrías usar tus llamas para, no sé, iluminar un poco el campo? —sugerí.

—Sí, eh... intenté eso la primera vez y solo logré asustarlo y que me arrojara a un lado.

—Correcto, entonces nada de fuego.

En ese momento se me ocurrió una idea, una idea de la que no estaba seguro de si funcionaría, aunque en las circunstancias en la que nos encontrábamos, nada perdía con intentarlo. Me separé un poco de Flare y alcé los brazos concentrando un poco de magia en la palma de mis manos. Visualicé la escena en mi cabeza y siguiendo mis órdenes, desde la punta de mis dedos comencé a liberar pequeños cristales de escarcha los cuales con lentitud, se fueron mezclando con el aire a nuestro entorno hasta crear una ligera ventisca que nos envolvió en un perímetro bastante extenso. A continuación, realicé un ligero movimiento con la muñeca haciendo que toda mi helada se dispersará y, en medio de mi jugada, mis cristales de nieve chocaron ante una pared invisible, que al rodearla en su totalidad dejaron ver una silueta de irregular forma apenas definida por una ligera capa de escarcha. El rugido del Nintauro se volvió más sonoro y su aliento empezó a serse visible a causa del viento helado y gracias a este, logré darme una idea de su real tamaño. Medía al menos cuatro metros de altura y un largo de quizás cinco.

—Con que... allí estas —solté algo nervioso, luego comprobar su gran tamaño.

Mierda. ¡Esta cosa es enorme! ¿Y Flare estuvo luchando contra esto ella sola? Retiro mis palabras, los elementales son unos malditos monstruos, de haber sido yo, ya estaría muerto.

—Xion, ¿qué fue...? ¿acaso todo eso era tu magia? —preguntó Flare y la sorpresa se hizo notar en su voz.

—Ah, sí, creo que no te lo dije —confirmé—. Mi magia es la escarcha, es decir la creación y manipulación de cristales de nieve.

Soul LeafDonde viven las historias. Descúbrelo ahora