Nuestra caminata fue más tranquila a como imaginé que sería. Unas cuantas horas, seis para ser exactas, habían transcurrido desde que salimos de la ciudad. Durante ese tiempo no habíamos intercambiado palabra alguna. De vez en cuando, ella se giraba por unos instantes y me miraba fijamente, solo para después volver la vista al frente.
No lo entiendo. ¿Con qué objetivo hacía eso?... ¿Acaso quería confirma que estuviera detrás de ella?
No, eso no tenía mucho sentido. Mi fuego no ha dejado de revolotear, este intranquilo por su presencia; estoy seguro que ella se encontraba en la misma incomoda y molesta situación. Nuestros elementos alertaran la figura del otro, más aún, teniendo en cuenta que éramos las únicas personas a kilómetros.
De nuevo volvía a girarse. Otra vez... mirándome con esos ojos... ¿Qué pasa con ella? ¿Está haciendo esto simplemente para fastidiarme?
Suspiré internamente y me guardé mis comentarios.
Teníamos el atardecer sobre nosotros cuando pasamos por el tercer señalamiento que notifica el camino hacia la ciudad de Prista. Anduvimos otra media hora hasta que llegamos a un vasto campo despejado, en donde, a su derecha, se encontraba un pequeño poblado de árboles y a pocos metros de ellos, se extendía un gigantesco lago cristalino.
—Hacía tiempo que no venía a este lugar —soltó de pronto la chica deteniéndose a la orilla del camino. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se quedó contemplando el paisaje por breves segundos—. Bien, creo que podemos pasar la noche aquí —agregó repentinamente.
—¿Disculpa? —le hablé, creyendo haber escuchado erróneamente.
Pareció ignorarme al principio, ya que caminó fuera del sendero en dirección al lago. Rápidamente se descolgó la mochila de la espalda y la dejó caer a los pies de uno de los árboles.
—Ya casi anochece —soltó desde la distancia—. Se hará más difícil andar y no me gustaría caminar a oscuras por aquí. Es peligroso.
Está bromeando, ¿no es así? ¿Le preocupa la oscuridad?... ¡Es una maldita linterna andante! A demás, ¿a qué diablos puede temerle?, somos magos elementales, ¿qué puede ser más peligroso que nosotros?
—Detenerse es innecesario —repliqué al escuchar su ridícula explicación—. Es una pérdida de tiempo, todavía ni hemos llegado a los límites de la ciudad.
—Estamos bastante cerca de Prista, pero nos tomará al menos dos a tres horas llegar a ella —me respondió. Seguido, se sentó sobre las raíces del árbol, estiró las piernas y recostando la espalda del tronco, adoptó una postura en la que se sintiera cómoda—. No ganaremos nada llegando de noche. El museo abre en la mañana y a esa hora el dueño accedió a recibirnos.
¿Museo? ¿Dueño? ¿Ahora de qué mierda estaba hablando?
—Oh, cierto, todavía no sabes qué tipo de misión estamos realizando —dijo al ver mi expresión de confusión. Metió su mano en la mochila y de ella sacó una hoja de papel. Alzó su mano y me la extendió—. Ten, léela.
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Soul Leaf
FantasyEl poder de la magia siempre ha estado en manos de aquellos que nacen con la voluntad de dominarla. En el mundo actual, estas personas son mejor conocidas como magos. Durante mucho tiempo, los magos y los humanos han intentado coexistir en armonía...