Capítulo 45: Las heridas que el fuego dejó.

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—Xion

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—Xion... ¡Xion!

La estrepitosa voz de Flare de un golpe logró regresarme a la realidad.

—Perdona, ¿qué? —parpadeé con fuerza y me di cuenta que se había inclinado sobre la mesa para poder captar mi atención.

Sus ojos me contemplaron con una expresión mezclada entre desconcierto y compresión.

—¿Estás bien? De repente te quedaste pensativo —me preguntó ladeando la cabeza.

Suspiré y en un intento por volver aquí y al ahora, me dejé caer en el respaldar de la silla.

—Lo siento. Me perdí entre los recuerdos, eso es todo —respondí pasándome una mano por detrás del cuello.

Ella se reincorporó y negó con la cabeza.

—No tienes que seguir contándome si no quieres —contestó con una sonrisa amable.

—Nah, no pasa nada —aseguré haciendo un gesto al aire con la mano—. Además, no hay mucho que contar de lo que pasó después. Al poco tiempo de haber llegado Mia al lugar, de entre los escombros se asomó de vuelta y hecho una fiera el maldito psicópata contra el que peleaba antes. Pese a la gravedad de sus heridas, otra vez no pude reaccionar ante sus rápidos movimientos por lo que se las arregló para separarme de Mia. Por fortuna el terreno en el que caímos no se encontraba desierto. Gillman y Drull, ah, ellos son los compañeros de equipo de Fraud, aparecieron y entre los tres por fin pudimos someter a ese desgraciado.

—Veo que les ocasionó bastantes problemas.

—Sí... —suspiré arrugando la frente—. No solo tenía una ansias de matar terrible, sino que también poseía un instinto de supervivencia extremo.

—¿A que te refieres? —preguntó extrañada.

Tragué saliva, ya que recordar lo que estaba a punto de contarle a Flare todavía me provocaba nauseas.

—Veras... En cuanto logramos dejarle inconsciente, en el cielo se formó una tormenta roja y una gigantesca bola de fuego apareció sobre la ciudad. De inmediato supimos que era lo que ese maldito Trade planeaba hacer, por lo que sin pensarlo mucho, dejamos a su amigo medio muerto esposado de un brazo a una valla de acero reforzado con magia y corrimos a ayudar a Mia. Creímos que con aquellas heridas no volvería a levantarse y ese fue nuestro error. Mas tarde, cuando la situación se tranquilizó y llevamos a los oficiales a los lugares en donde teníamos apresados a los enemigos... bueno, descubrimos con horror que al no poder soltarse de las ataduras mágicas que lo aprisionaban, al lunático no se le ocurrió una mejor idea que cortarse la mano para liberarse.

Ante esas ultimas palabras, Flare se atragantó.

—¿Se... se la arrancó? —balbuceó dándose pequeños golpecitos en el pecho.

La escena de un charco de sangre en el que descansaba una mano afilada rodeada de una gruesa capa de pelaje me perseguiría hasta el día de hoy.

—Ganas de vivir no le faltaban, eso se lo reconozco —me reí ante un pensamiento—. Es curioso y a la vez escalofriante, pensar que una asesino de sangre fría se aferre con tanto ímpetu a su propia vida que está dispuesto a llegar a esos extremos para salvarse así mismo.

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