El poder de la magia siempre ha estado en manos de aquellos que nacen con la voluntad de dominarla. En el mundo actual, estas personas son mejor conocidas como magos. Durante mucho tiempo, los magos y los humanos han intentado coexistir en armonía...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Chacal... —lo llamé, en cuanto pude reconocerlo.
Él no me miró y al acercarse, noté que había algo raro en su persona. Tenía la mirada furiosa y ligeras heridas en todo el cuerpo, además de que sus garras estaban llenas de sangre, aunque no podía decir con seguridad si era suya o si pertenecía a alguna de sus víctimas.
—No lo toques... —soltó Chacal, con una voz susurrante que jamás le había escuchado antes—. Ese maldito es mío.
Observé al mago de nieve ponerse tenso.
—Desgraciado... —exclamó entre dientes—. ¿Cuántas veces voy a tener que golpearte para que te quedes en el suelo?
—¿Ya habías luchado contra él antes? —le preguntó su compañera.
—Sí, lo atravesé varias veces con mi magia. Creí que al fin lo había derrotado cuando le arrojé un edificio encima —respondió él.
Chacal llegó hasta mí, más sus ojos no me buscaron. Su sed de sangre no lo dejaba ver a nadie más que a la presa que tenía enfrente.
—Trade, deshazte de esa maldita barrera —me pidió emitiendo un gruñido.
Por más que me hubiera gustado deshacerme del mago de nieve con mis propias manos, sabía que Chacal no iba a permitírmelo, además, yo tenía otros asuntos que atender. Levanté una mano y ordené al fuego del exterior que devorara la barrera mágica que nos separaba de nuestros enemigos. Ante tal movimiento los magos se pusieron en posición.
—¡Mia, aléjate de aquí! —gritó el mago de nieve mientras envolvía sus brazos en una estela azul.
—¡Por supuesto que no! Voy a...
Sin embargo, aquella conversación acabó con brusquedad. Sin decir nada, Chacal sonrió y se impulsó con velocidad hacia los dos magos utilizando sus patas de bestia . Con un rápido movimiento, lo vi tomar al mago de nieve por el cuello y arrojarlo lejos hacia un lado. Ignoró a la mujer a su derecha y siguió a su presa la cual había desaparecido entre la oscuridad.
—¡Xion! —gritó ella, pero ya era demasiado tarde como para hacer algo.
La vi dar dos pasos en aquella dirección, hasta que mi fuego cortó su camino obligándola a quedarse en ese lugar. Giró el rostro con amargura y nuestros ojos al fin hicieron contacto. Mis llamas internas se alteraron al percibir un rastro de hostilidad en sus pupilas.
—Veo que quieres mi atención —me dijo, al notar que la pantalla de fuego a sus espaldas se hacía más alta.
Caminó hacia adelante con la intención de separarse del calor abrasador que mi fuego emitía y aproveché los segundos para detallarla mejor: su cabellera larga y oscura le pasaba los hombros y podía ver con intensidad como sus ojos verdes brillaban con el reflejo de las luces a nuestro alrededor; sus facciones eran suaves, con un mentón estrecho y una nariz redondeada que la hacía lucir más joven de lo que aparentaba. En definitiva no era un rostro que denotara amenaza en lo absoluto, más no me cabía la menor duda en que esta era la chica a la que el Maestro deseaba muerta.