Capítulo 18: Noche en el Museo.

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Según el señor Crots, el ladrón siempre atacaba al museo alrededor de la media noche por lo que debíamos actuar con cuidado

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Según el señor Crots, el ladrón siempre atacaba al museo alrededor de la media noche por lo que debíamos actuar con cuidado. Si actuábamos antes de tiempo el ladrón notaria nuestra presencia y podría retirarse, sin contar que le advertiríamos de que hay alguien esperándolo. Teníamos que ser inteligentes y descubrir qué tipo de magia estaba usando, sino capturarlo no serviría nada ya que terminaría escapando nuevamente.

—¿Esperas aquí un momento? —le pedí a Trade, mientras me detenía frente a la puerta del baño de mujeres del museo.

Como era de esperarse, no escuché comentario o respuesta proveniente de él. Ingresé al baño y me dispuse hacer lo mío. Ya frente al espejo, me acomodé el cabello y me lo até de tal forma que los cabellos no fueron una molestia durante el combate. No estaba segura contra qué clase de enemigo nos enfrentaríamos, pero como mago, siempre debía considerar el peor escenario, aunque... tampoco quería tener que llegar a eso.

Debido a que el museo se encontraba cerrado, me desvestí frente al espejo sin preocuparme porque alguien pudiera entrar. Dejé mi ropa casual a un lado de la mochila y saqué mi recientemente adquirido traje de combate. Antes de ponérmelo, lo alcé en alto y lo contemplé con cierto júbilo en mis ojos.

Por lo general siempre elegía colores brillantes y destacables, pero esta vez escogí algo más misterioso e inadvertido. Se trataba de un traje morado oscuro, con mangas largas negras y un escote en forme de «V», bordado y tejido en su totalidad con la más fina tela Ruz del mundo.

Suspiré al recordar la cantidad de dinero que la inversión me había costado.

—¿Por qué la tela elemental debe ser tan cara? —solté al aire.

Bueno, no es culpa del mundo que los elementales destruyamos todo que tocamos con nuestra magia. Agradezco que alguien en la nueva era mágica desarrollara una tela especial para nosotros, de otra forma, no podría luchar si constantemente estoy preocupándome en no acabar desnuda frente a mi enemigo.

Estoy divagando demasiado, no hay tiempo para esto.

Me coloqué el traje y una sonrisa triunfante se dibujó en mi rostro al descubrir que me quedaba a la perfección.

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