Capítulo 48: Golden Strings.

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Cuarenta largos minutos fue lo que me tomó el recuperar la compostura y me vi forzado a realizar otra serie de respiraciones cuando descubrimos que el viaje en tren hacia la de ciudad de Emeralda duraría un periodo de cuatro horas

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Cuarenta largos minutos fue lo que me tomó el recuperar la compostura y me vi forzado a realizar otra serie de respiraciones cuando descubrimos que el viaje en tren hacia la de ciudad de Emeralda duraría un periodo de cuatro horas.

Cuatro malditas horas.

Es irónico como todo el día he estado intranquilo por el tiempo y justo ahora es lo que más me hubiera gustado que transcurriera en un parpadeo. El transitar del vagón sobre los rieles era lento, como si de pronto el mundo hubiese querido tener el capricho de disminuir su velocidad.

Agotado, suspiré y apoyé la cabeza en el respaldar de la silla mientras contemplaba el paisaje cambiante por la ventana. Mi pierna se movía incansable sobre una de mis rodillas y mis dedos nerviosos no dejaban de tamborilear sobre los pliegues de mi chaqueta. Por simple curiosidad se me ocurrió fijar la vista al frente y observé que la figura de Mia se hallaba muy quieta. En su regazo, Mink estaba hecho un ovillo y ella le acariciaba el lomo al mismo tiempo que lo contemplaba con una mirada perdida. Su silencio me inquieto aún más. Por lo general en viajes tan extensos ella era incapaz de mantener la boca cerrada por más de media hora. Si bien sus comentarios se limitaban a hablar sobre cosas triviales como el tiempo o noticias relacionadas con algún integrante del gremio, su voz de cierta forma contribuía a que el viaje no fue tan monótono y aburrido.

No había hecho ningún clase de pregunta o comentario desde que salimos del gremio por lo que no estaba seguro de su postura ante este asunto.

Lo que me llevaba de nuevo a preguntar, ¿qué es lo que pretende Gideon al encomendarme está tarea? Algo se trae en manos, eso es seguro. No obstante, por más vueltas que le daba al tema lo único que conseguía era que me doliera la cabeza.

De lo que sí estaba convencido era del hecho de que el Maestro sabía mucho más de mí de lo que me dio a entender la noche en que firmé el contrato. Ya tenía el sobre preparado en su oficina, lo cual quiere decir que tarde o temprano sabía que iría a confrontarlo.

Por mucho que me frustrara admitir, solo arribando a Emeralda es que conseguiría esclarecer alguna de estas dudas. Los ojos me pesaban por la falta de sueño, por lo que tuve que hacer un esfuerzo en mantener firme y atento en mi asiento.

Cuatro horas....

Jum...

Apuesto a que si me lo propongo, con mi magia podría llegar en la mitad del tiempo.

*    *    * 

Habría saltado del vagón y corrido impulsado con mis llamas de no ser por la mirada de advertencia que Mia me reflejó en cuando divisamos la ciudad aproximándose. Una de las ventajas de que siempre nos sentáramos en el último vagón del tren, es que al ser el menos ocupado no teníamos que lidiar con la congestión de gente que se acumulaba en las puertas al bajar de él.

Sentí una nueva presión en el pecho al poner los pies en el suelo y ver como un conjunto de edificios altos se alzaban frente a nosotros. Por instinto me alcé la capucha a la cabeza y me retiré a un lado del camino para evitar tropezar con la gente que entraba a la estación.

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