Capítulo 10: Presentaciones.

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No pude dormir en toda la noche

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No pude dormir en toda la noche. Mi cuerpo simplemente no podía acostumbrarse al lugar. Mi llama palpitaba aceleradamente con cada minuto que pasaba, tensa e impaciente; como si estuviera esperando reaccionar por algún enemigo del exterior. Un enemigo que nunca llegó o que siempre estuvo allí solo que mis ojos no lo veían. Era un sentimiento extraño que no comprendía del todo y el ambiente a mi alrededor solo me generaba aún más ansiedad.

La cama era realmente suave, las sábanas tenían una textura lisa y un olor que me decía que jamás habían sido usadas antes. Todo era agradable, no podía recordar la última vez que había dormido en una cama tan confortable, así que la sensación se quedó impregnado en mis huesos por un largo tiempo. La habitación tan espaciosa, tan segura, rodeado de un silencio que me dejaba escuchar mis propias respiraciones. Sabía que no había peligro alguno en la sala, mas no podía calmar los impulsos de mi interior que me decían lo contrario. Era algo agobiante y el disgusto no se despegó de mi lado, por lo que cuando empecé a percibir los primeros rayos de sol pasando por entre las cortinas, decidí levantarme.

Me había asegurado de revisar con detalle cada esquina del lugar. Dentro de cada lámpara, bajo los muebles, en el techo y por sobre las paredes. No encontré nada fuera de lo ordinario. Ningún objeto fuera de lo habitual, siquiera algún rastro de magia externa.

Entonces... ¿qué tenía este lugar que me hacía sentir incómodo? Incluso el abrir la puerta del refrigerador y encontrarlo repleto de alimentos fue algo extraño de ver. Si lo comparaba con los lugares en los que había dormido antes, esto definitivamente era un lujo, pero ese tipo de cosas nunca llegó a importarme.

Solo es una habitación vacía, nada más. Miré el reloj negro de la pared y observé que las manecillas marcaban las nueve de la mañana. Ya casi era hora. Maldición. No tenía idea de cómo iba hacer esto.

Siempre estuve acostumbrado a las miradas de los magos que me rodeaban, pero esta vez era completamente diferente. Entre asesinos y maleantes nadie juzga a nadie e incluso puedes olvidarte de las cosas que has cometido, en cambio ahora, me encontraba en una situación en donde nadie era como yo.

Con solo pensar en los minutos que se acercaban, mi fuego comenzó a sacudirse con inseguridad. Había estado nervioso desde anoche, era como si mi fuego le aterrara todo el poder mágico que había concentrado en la ciudad. Lo empecé a notar poco después de que el Maestro y la elemental de luz se marcharon. Sentía pequeños latidos mágicos esparcidos a lo largo del lugar, algunos latían con más intensidad y otros eran tan débiles que apenas y eran percibidos por mis sentidos, pero no había duda en que estos eran los latidos de los magos de Soul Leaf.

Ahora las cosas comenzaban a tener sentido.

La primera vez que estuve aquí, no pude percibir rastro de ninguno de ellos, ahora entendía por qué. Su marca los protege de magos rastreadores como yo y ahora que también la tenía, podía ser capaz de localizar a cada uno de ellos y sentir su calor y palpitaciones. Era absurdo la cantidad de magos que había en la ciudad y mis instintos los reconocía a todos como una amenaza. Que molestia. Acostumbrarme a ignorarlos me tomará tiempo.

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