Pese a todas mis teorías, los siguientes dos días continué viendo a Mink en mi apartamento. Salía de vez en cuando a cazar y a tomar aire en el exterior, pero la mayoría del tiempo se la pasaba durmiendo plácidamente en uno de los sillones de la sala, y solo se levantaba cuando me sentía pisar la habitación. No tardó en adaptarse a mí, incluso, ya se creía con la confianza suficiente para trepar sobre mi cuerpo siempre que lo deseara. En más de una ocasión lo empujé al suelo, sin embargo, continuaba insistiendo hasta que, finalmente, me daba por vencido y lo dejaba quedarse.
Era una sensación extraña tener a alguien subiendo y bajando por mi brazo constantemente. Lo curioso era que su cuerpo, al estar cubierto en su mayoría de un grueso pelaje, no hacía que mi llama interna se agitara al tacto, debido a eso me fue mucho más sencillo acostumbrarme a su presencia, aunque me resultaba algo incómoda de tolerar. Entre mis recuerdos, traté de buscar la última vez que había permitido a un ser vivo acercase a mí de esta forma, pero solamente llegaron recuerdos desagradables de mi infancia en el Círculo, por lo que dejé de pensar en ello.
También fue irritante sentir las miradas indiscretas del gremio cuando por primera vez me vieron cruzar la puerta con Mink en mi hombro. Normalmente siempre pasaba desapercibido en este lugar, pero el Lapaut atraía demasiado la atención como para ignorarlo. Se la pasaba correteando entre las mesas y sillas y se acercaba a cualquiera que le tendiera una mano para acariciarlo. Vaya que era alguien que disfrutaba del contacto con los demás... Esa misma tarde solo permanecí hasta el mediodía en el gremio y, con esto, se daba por completado mi requerimiento de horas en la casa hogar, justo tres días antes del final del mes.
¡Infernales reglas de mierda! Era una pérdida de tiempo estar en ese lugar sin hacer nada. Gideon me quería cerca para vigilarme, pero no veía el propósito de esto si el contrato claramente estipulaba que atentar contra el gremio y sus integrantes me llevaría directamente a la muerte. Ese hombre... estaba claro que tenía otras intenciones. Pero por más que pensara no le hallaba sentido.
Mientras camina de vuelta a mi residencia, Mink se sacudió levemente sobre mi hombro, lo cual me sacó inmediatamente de mis pensamientos. Lo miré de reojo y noté que levantaba la cabeza y olfateaba en el aire.
—¿Qué pasa? —pregunté a lo que este me observó, seguido exclamó un aullido que solo lo había escuchado soltar un par de veces.
Inmediatamente, Mink saltó de mi hombro al suelo, y con sus pequeñas patas corrió hacia una esquina que se encontraba a mi derecha. Se detuvo y, mirándome, volvió a exclamar aquel singular chillido; después echó a correr callejón abajo sin explicación alguna. Llamado por la curiosidad, decidí seguirlo simplemente para ver qué ocurría, y también porque no me apetecía volver a mi hogar tan pronto. Nos alejamos varias calles de la avenida principal hasta que llegamos a una enorme plaza que, en su centro, se hallaba alzada una estatua de piedra. No reconocí la figura: unas manos levemente entrelazadas que arriba tenía una media luna en forma de arco. Bajé la mirada y noté que en el suelo habían centenares de inscripciones de nombres y algunas placas conmemorativas. Observé la figura de Mink olfatear nuevamente en el aire y corrió un par de metros más hasta que finalmente se detuvo frente a un edificio. Era la primera vez que estaba por estos sectores, así que me acerqué para detallar mejor el sitio. Una alargada edificación blanca de cuatro plantas, cuyas ventanas eran de brillante cristal morado y que poseía dos pequeñas subcámaras localizadas a los laterales. Un grueso, aunque pequeño muro, la separaban de las calles adyacentes y la única entrada al perímetro era una puerta de rejas grises que en ese momento se hallaba corrida hacia un lado. Al pasar por su lado, mis ojos llegaron a leer un nombre inscrito en una placa de metal colocada en el muro:
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Soul Leaf
FantasyEl poder de la magia siempre ha estado en manos de aquellos que nacen con la voluntad de dominarla. En el mundo actual, estas personas son mejor conocidas como magos. Durante mucho tiempo, los magos y los humanos han intentado coexistir en armonía...