Capítulo 43: Garras y Escarcha.

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—¡Xion! —oí la voz de Fraud alejarse por entre la oscuridad

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—¡Xion! —oí la voz de Fraud alejarse por entre la oscuridad.

Todo se puso negro y lo único que fui capaz de reconocer eran unos prominentes ojos rojos y unos gruesos y peludos dedos que me apretujaban el cuello con fuerza. Algo, o mejor dicho alguien, me arrastraba con gran energía hacia atrás, y si no fuera porque logré reunir las fuerzas para quitármelo de encima con una patada, probablemente habría terminado con la garganta destrozada ante su agarre.

Caí al suelo de espaldas y rodé sobre mis piernas buscando la forma de ponerme de pie lo más rápido que pude. A duras penas lo conseguí y con una mueca de dolor me masajeé el cuello notando una marca sobre la piel. Intenté ubicarme y caí en cuentan en que había aterrizado en el medio de la calle principal que conducía hacia el parque de Vista Hermosa. Los árboles se agitaron a mi alrededor y un gruñido gutural que me estremeció por completo, inundó el ambiente. Sin tiempo para analizar la situación, una silueta salió de la oscuridad y se me plantó enfrente. El hombre o eso suponía yo ya que la figura que me observaba parecía todo menos un hombre. Envuelta en pieles echas tirones por su cabeza se asomaba un grueso cabello oscuro que le llegaba hasta la espalda, con orejas puntiagudas y garras alargadas que se movían con nerviosismo en el aire. Me observaba con detenimiento y en medio de su contemplación, comenzó a menear la cabeza como si buscara un mejor ángulo de mi rostro. De pronto el reflejo afilado de sus ojos carmesí se acrecentó y relamiéndose los labios, me simuló una sonrisa que me produjo un escalofríos que se me incrustó todavía más en los huesos.

—Vaya, pero que tenemos aquí... —exclamó con voz triunfante—. No esperaba encontrarme a un alud en esta ciudad.

Me tomó por sorpresa escuchar ese nombre, y de inmediato ocurrió el daño al que estaba acostumbrado cuando alguien la pronunciaba. El corazón se me encogió y sentí la rabia escalar de manera apresurada.

—Lamento decepcionarte, pero no soy uno de ellos —corregí sin poder evitar el hilo de enfado que salió de mi garganta.

—A mi no puedes engañarme, puedo olfatear su asquerosa magia en todo tu cuerpo —dio un paso al frente y todos mis instintos se pusieron alerta—. Será muy excitante poder cortarte en pedazos.

Y sin ningún gesto que delatara sus intenciones, de un salto se impulsó hacia mí. No llegué a visualizar sus garras hasta que estas estuvieron a menos de un metro sobre mí y rodeándome los brazos con mi escarcha, dirigí una pantalla helada hacia su cuerpo. La dirección de su ataque se desvió y sus garras pasaron a escasos centímetros de mi rostro. Con la otra mano intenté conectar un puño helado contra pecho, sin embargo, este lo esquivó con una habilidad impresionante y sin ánimos de separarse demasiado de mí, se me abalanzó, arrojándome al suelo tras un fuerte impulso y después, sujetándome por un hombro levantó otra mano afilada directo a mi cabeza.

¡Mierda, este sujeto es rápido!

Al la proximidad de sus garras, inhalé profundamente y concentrando mi magia en los pulmones, soplé un viento helado que lo golpeó de lleno en la cara. Lo escuché exclamar una maldición y soltándome los brazos, se apartó de un salto. Me incorporé del suelo con velocidad y lo observé pasarse una mano por los ojos, lanzando al suelo pequeños copos de escarcha que se le adhirieron al cabello.

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