CAPÍTULO 63: LA MASACRE DE LAS TRAFICANTES

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En el escondite que funciona como base secreta de las Traficantes Sentimogu lideradas por la infame Hyoma y su segunda al mando Syena la tensión puede cortarse con un cuchillo, dado que la anciana Sentimogu está tratando de ponerse en contacto con sus compañeras y no obtiene respuesta de las comandantes a cargo de los distintos grupos de cazadoras. La mujer se pone en lo peor creyendo que han sido exterminadas por los Estelares y continúa tratando de localizar a sus subordinadas.

HYOMA: (enciende un cigarro y da una bocanada) ¡¡CARAJO!! ¿Por qué cojones nadie responde a los putos transmisores? Esto no es algo normal, tiene que haberles pasado algo malo a mis compañeras. ¿Acaso habrán sido exterminadas por los Estelares? Espero que no sea el caso, no sé cómo podría decírselo a sus pobres hijos...

La jefa traficante sigue unos minutos más buscando establecer comunicación con sus camaradas, hasta que de manera milagrosa uno de los transmisores pertenecientes a una de las comandantes establece conexión y puede oírse su voz, ante lo cual la vieja Sentimogu pregunta rápidamente por lo que está ocurriendo.

ZURYA: (con voz temblorosa y ahogada) ¿Jefa Hyoma? ¿Es usted?

HYOMA: ¿Quién si no voy a ser, atontada? ¿Me puedes decir por qué ninguna de las 3 comandantes respondíais a mis llamadas? ¡Más os vale tener una buena razón para haber cometido una falta de respeto tan grande hacia vuestra jefa!

ZURYA: ¿Cómo? ¿Significa eso que los otros dos grupos también han sido atacados?

HYOMA: ¿Has dicho atacados? ¿Por quién? ¿Por los Estelares?

La comandante de las traficantes empieza a llorar al pensar en la horrible tragedia que está viviendo y debido a las muertes de sus compañeras que ha presenciado, encontrándose muy mal herida tras la derrota que acaba de sufrir a manos de un oponente desconocido que ha lanzado un ataque furtivo y ha acabado con la vida de todas las traficantes a las órdenes de Zurya.

ZURYA: Snif... Por alguien muchísimo peor, jefa... Los Estelares nunca matarían de manera tan cruel a sus enemigos y adaptarían un escenario propio del mismísimo infierno... Snif... Los cadáveres de las que estaban a mis órdenes están desperdigados por el suelo, y su sangre alfombra la verde hierba y la ha teñido de un rojo oscuro. A muchos de ellos les han arrancado las extremidades y otros se encuentran irreconocibles tras sufrir los ataques de quien nos ha atacado... Es horrible... No tuve ninguna oportunidad a pesar de ser una de las más fuertes de nuestro grupo... Nunca podré perdonármelo... Le he fallado, jefa... y a mis camaradas también...

HYOMA: (se le marcan venas por el rostro) <<Maldición... ¿Acaso ese bastardo de Vladyron quiere aniquilarnos? No lo creo... Nos confió la misión de entregarle a esa mocosa... El plazo aún no ha terminado...>> ¿Quién os ha atacado, Zurya?

ZURYA: No lo sé, es... ¡¡YAAAAAAAAAARRRRRRGGGGGGHHHHHH!!

Hyoma escucha un ataque junto al agónico grito de muerte de Zurya, al igual que el sonido de la sangre al manchar el transmisor que portaba. Una siniestra risa y los pasos de alguien que lleva tacones se escuchan de fondo, y el misterioso atacante coge el comunicador con una sonrisa sádica en su rostro mientras se lame la sangre de los labios tras haber estado devorando a las traficantes que se encontraban en la zona, revelándose que la autora de la matanza es la Regente Sentimogu Ómina.

HYOMA: ¿ZURYA? ¡ZURYA! ¡JODER!

ÓMINA: Me temo que tu amiga no puede ponerse ahora mismo. Se puede decir que ha perdido la cabeza, literalmente, ja, ja, ja, ja.

HYOMA: Esa voz... ¿Eres tú la que ha masacrado a mis camaradas? ¿Quién demonios eres?

ÓMINA: Mi identidad no te incumbe para nada, vieja asquerosa. Simplemente soy alguien que tenía hambre y al ver este suculento festín no he podido evitar pasar de largo sin darme un buen banquete. Reconozco que tus compañeras eran deliciosas, tienen que haberse entrenado muchísimo para llegar a poseer un jaodyoru tan elevado. Sus cuerpos aún no han empezado a desvanecerse como los de los Sentimogu débiles, a pesar de que ya ha pasado un tiempo desde que las asesiné.

HYOMA: Desgraciada... ¿Cómo te atreves a hacerle eso a mis compañeras? ¡Me las pagarás todas juntas, zorra sarnosa!

ÓMINA: Puedes decir lo que quieras, no me importa. Tus compañeras han sido un sacrificio para que nosotros 3 podamos adquirir un poder mayor y lograr todos nuestros sueños. En estos momentos me imagino que mis otros 2 camaradas habrán devorado sin piedad a los otros grupos de traficantes y se habrán hecho mucho más fuertes.

HYOMA: ¡¡No te lo perdonaré jamás!! ¿Me oyes? 

ÓMINA: Puedo vivir con ello, maja. Me da igual... (suelta un pequeño eructo y se sonroja mientras suelta una risa nerviosa en voz baja) Huy, perdón, ji, ji. He comido más de la cuenta por lo que veo, ahora viene una buena siesta.

HYOMA: ¡¡SERÁS...!!

ÓMINA: Me quedaría a charlar más tiempo, pero tengo cosas más importantes que hacer, así que me despido. Chaito, vejestorio.

Antes de que Hyoma pueda decir algo se corta la comunicación, debido a que Ómina ha apretado con fuerza el trasmisor en forma de orbe hasta hacerlo añicos. La jefa de las traficantes presa de la ira golpea la mesa con fuerza con ambos puños, mientras lágrimas de impotencia y de rabia se deslizan por sus ojos decorados con finos hilos venosos como consecuencia de la rabia que está sufriendo la anciana Sentimogu.

HYOMA: ¿Por qué siempre somos nosotras las que tenemos que sufrir tanto? ¿Siempre vamos a encontrarnos en la misma situación a pesar de todo lo que hacemos? ¿Estamos condenadas a ser pisoteadas por los que son más fuertes que nosotras? ¡MIERDA! ¡JODER! ¡COJONES! ¡HOSTIAS! ¡CARAJO!

Cuando Hyoma escucha pasos, los cuales sabe de antemano que pertenecen a Syena por el sonido que emiten. La anciana se recompone rápidamente antes de que su segunda al mando llegue al lugar en el que se encuentra, tratando de aparentar su característico talante estoico e imperturbable. La joven Sentimogu entra como una exhalación en la habitación jadeando y con una expresión de horror y tristeza.

SYENA: ¡JEFA! ¡Han masacrado a nuestras camaradas!

HYOMA: Soy consciente de ello, Syena. Es una auténtica tragedia lo que les ha pasado, pude hablar unos segundos con Zurya antes de su muerte. Los tres grupos fueron atacados por sorpresa por 3 individuos desconocidos... Solamente quedamos tú y yo del grupo de traficantes.

SYENA: (aprieta los puños con fuerza de la rabia) Miserables... Tenían hijos... ¿Cómo se atreven?

Hyoma se acerca a Syena y le pone una mano en el hombro para tratar de animarla tras la pérdida que tanto le atormenta.

HYOMA: Escúchame, Syena... Ellas querían al igual que nosotras que sus hijos fueran curados de la horrible enfermedad que padecen. Para ello tenemos que seguir con el trabajo que Vladyron nos ha encargado: entregarle a esa mocosa para que cure a nuestros niños y entregarnos un puesto en la alta jerarquía del Imperio. Hagámoslo por ellas, ¿de acuerdo?

SYENA: (se seca las lágrimas que aún no han caído por sus mejillas) S-sí, jefa... Haremos lo que haga falta para darles a esos niños la felicidad que tanto se merecen, e inmediatamente después buscaré y mataré con mis propias manos a esos 3 despreciables asesinos que se han atrevido a masacrar a nuestra familia. Si hubiera estado allí, podría haberlas salvado...

HYOMA: No te atormentes, lo único que habrías hecho habría sido morir junto a ellas. Volvamos al trabajo, el tiempo apremia.

SYENA: Sí...


DIVINA CONVICCIÓN II: BATALLAS DE LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora