CAPÍTULO 47: HÉROES DEL PASADO

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Dragnya y las demás ven a Lúmina observando la fuente en cuyo centro hay una estatua de una mujer con dos hombres a sus lados que se encuentra en la plaza situada en el centro de la ciudad. Unos instantes después las chicas se acercan al lugar donde se encuentra la Diosa Estelar, la cual está absorta en sus pensamientos.

DRAGNYA: (gritando desde la distancia) ¡Hola, Lúmina!

Lúmina se voltea y al ver a Dragnya y compañía les sonríe con simpatía, tratando de disimular la tristeza que está sufriendo al recordar a sus antiguos compañeros caídos más cercanos, siendo uno de ellos su esposo Raguel.

LÚMINA: Hola, queridas y dragoncito. ¿Qué os trae por aquí?

BRISA: Dando un paseo para despejarnos un poco del duro entrenamiento de la Sabia Olezya.

UMBRÍA: Ya ves, ese entrenamiento nos ha fortalecido pero a costa de llevarnos al límite de nuestro límite.

SELENYA: ...

LÚMINA: Me alegra oír eso. Puedo percibir el enorme poder que habéis adquirido tras haber pulido tan bien vuestras habilidades. Estaba rememorando buenos momentos del pasado, perdida en mis pensamientos.

DRAGNYA: Perdonad mi ignorancia, ¿pero quiénes son? La mujer de la escultura se ve claramente que eres tú, pero no sé la identidad de los otros dos hombres.

LÚMINA: ...

BRISA: Yo tampoco. Umbría, Selenya, vosotras sois de esa época tan antigua, ¿nos podéis decir a Dragnya y a mí quiénes son esos dos hombres con alas de ángel?

UMBRÍA: Gracias por llamarnos viejas, eres un poco grosera, Brisa, pero te lo diremos de todos modos.

SELENYA: El hombre de la izquierda se llamaba Raguel, mientras que el nombre del de la derecha era Raziel. Ambos formaban junto con Lúmina la Triple Divinidad Estelar, pero desafortunadamente perdieron la vida en la lucha contra los Sentimogu de manera heroica.

BRISA: ¡¿LA TRIPLE DIVINIDAD ESTELAR?! ¿LOS SERES MÁS PODEROSOS EN LA ORGANIZACIÓN DE LA LUCHA CONTRA LOS SENTIMOGU?

LÚMINA: Yo no lo podría haber dicho mejor. Pero no hay necesidad de exaltarse tanto, nosotros tan solo éramos tres guerreros más que luchaban por un mundo ideal en el que reinara la paz y la igualdad entre razas. Nosotros tres nunca nos consideramos superiores al resto a pesar de nuestro gran poder, hacíamos todo lo posible para proteger lo correcto y a todos los demás del mal.

UMBRÍA: En eso tienes toda la razón. Vosotros 3 hicisteis muchísimos sacrificios por todos nosotros y únicamente podíamos depender de vuestro poder por nuestra continua debilidad. Nunca podíamos hacer nada para demostraros lo mucho que os agradecíamos vuestra ayuda continua.

LÚMINA: Tan solo veros sonreír era suficiente para nosotros. No teníais por qué demostrarnos nada para que supiéramos lo agradecidos que estabais.

UMBRÍA: ...

DRAGNYA: ¿Los echas de menos?

LÚMINA: Siempre, nunca dejo de pensar en todos los seres queridos que he perdido a lo largo de esta lucha milenaria que tanto sufrimiento ha traído al mundo. Es mi deber acabar con esto de una vez por todas y traer de vuelta los días felices y resucitar a todos los que han perdido la vida por culpa de esta guerra que jamás debería haber tenido lugar.

BRISA: Pues sabes que puedes contar siempre con nosotros para lograr ese fin. Te somos leales hasta la muerte y después de ella, no importa lo que pase, siempre te apoyaremos.

DRAGNYA: Sí, no permitiremos que más gente sufra y arreglaremos los desastres que ha ocasionado ese malvado Vladyron y su séquito. Pagarán por todo el sufrimiento y dolor que han causado, te lo aseguro.

Umbría y Selenya asienten al unísono, causando que Lúmina sienta por dentro una gran alegría y felicidad, aunque por fuera se limita a sonreír dulcemente y abrazar a las chicas y al pequeño dragón. El abrazo dura unos segundos hasta que la Diosa dice que quiere dormir un poco y se marcha del lugar, dejando a las jóvenes reflexionando sobre el futuro. El silencio se extiende un corto periodo de tiempo hasta que Brisa habla.

BRISA: Bueno , creo que es hora de reunirnos con los otros, ¿no os parece?

DRAGNYA: Sí, me muero de hambre.

UMBRÍA: Y yo, ya podemos darnos prisa.

SELENYA: (asiente)

BRISA: ¡Pues no se hable más! ¡A zampar!

Las chicas acompañadas del dragoncito se dirigen al lugar donde están comiendo el resto de sus camaradas. Mientras dejan la fuente atrás, Selenya voltea y le da un último vistazo.

SELENYA: <<Raziel, padre, aunque no llegué a conocerte siempre me esfuerzo al máximo para estar a la altura de tus expectativas. Vengaré a mamá y acabaré con esos repugnantes Sentimogu>>.

Mientras tanto, la pelea entre Oceanus y Vladyron ha concluido con la victoria del malvado hechicero. Oceanus se encuentra apoyado sobre sus rodillas extremadamente malherido, con parte de la ropa destrozada y escupiendo sangre. Por su parte el malvado Vladyron no tiene ningún rasguño reseñable, sonriendo de manera sádica enseñando sus afiladísimos colmillos.

VLADYRON: Nueve minutos y quince segundos ha durado nuestra batalla. No he utilizado toda mi fuerza para que estuviéramos a la par, pero he de admitir que me has impresionado bastante. En estos 3 meses te has fortalecido mucho a pesar de no haber devorado a ningún ser inferior, estoy impaciente por ver cómo intentáis detenerme, aunque sé de sobra que no tenéis la más mínima posibilidad de victoria. ¿Podréis proteger este mundo imperfecto y seguir existiendo, o por el contrario os desvaneceréis hasta fundiros nuevamente con la nada?

Oceanus usa su espada para cortarle al cuello a Vladyron, el cual tiene una piel tan dura que el Guerrero Sentimogu es incapaz de cortar por mucha fuerza que aplique.

OCEANUS: <<Maldición... La hoja de mi espada... ¡no avanza!>>

VLADYRON: ¡Mágnifico! Has detectado que uno de mis núcleos estaba desplazándose por mi cuello en este mismo instante y has intentado destruirlo con tu espada. Desgraciadamente para ti, estoy a años luz de ti para que puedas hacerme un rasguño.

Vladyron carga energía en su mano y la coloca delante del abdomen de Oceanus, provocando una pequeña explosión y que el Guerrero Sentimogu se estampe a gran velocidad contra una de las paredes de la cámara. El malvado hechicero se teletransporta enfrente de él en una milésima de segundo, agarrándole fuertemente del pelo.

OCEANUS: Urgh...

VLADYRON: Escúchame bien, has mejorado mucho, pero aún no es suficiente para enfrentarte a mí y a mis leales subordinados. Os daré un poco más de tiempo hasta que vaya a recoger lo que me pertenece por derecho. Hasta entonces, espero que os superéis.

Vladyron desaparece enseguida tras terminar sus palabras. Oceanus se levanta con dificultad y tiene como prioridad alertar al resto para prepararse cuando el malvado Regente y los suyos inicien su ataque definitivo.

OCEANUS: Uf... Sigue siendo mucho más fuerte que nosotros, pero no se tiene que ser más fuerte que alguien para derrotarlo, hay otras formas... Ahora debo darme prisa y volver para advertir a los demás de las aviesas intenciones de ese maldito cabestro... Tengo que compensar todos los errores que cometí en el pasado como sea, y protegeré a aquellos que me importan y a los inocentes aunque me cueste la vida... 

DIVINA CONVICCIÓN II: BATALLAS DE LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora