CAPÍTULO 10: EL ATAQUE DE LOS REGENTES

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BLACKORBION: Ahí tenemos la ciudad, Penumbra. Estoy que no puedo contenerme de las ganas que tengo por poner a prueba nuestro nuevo poder.

PENUMBRA: En efecto. Gracias a este nuevo poder nos resulta mucho más fácil detectar la presencia de los Estelares. Es hora de la caza, amigo Blackorbion.

BLACKORBION: ¡Bien dicho! ¡Hora de hacer un poco de ejercicio!

Penumbra y Blackorbion van deslizándose rápidamente por los árboles del bosque a una velocidad imposible de seguir por el ojo. En la ciudad, todo transcurre de manera tranquila, sin ser conscientes del grave peligro que se les acerca.

RAGNVALD: Has tenido suerte de que te rescatara justo antes de que fueras alcanzada por la explosión provocada por el Regente Sentimogu. Si no, no estarías viva en estos momentos...

SELENYA: Hice lo que tenía que hacer: ayudé al espíritu sagrado a escapar de las garras de esos monstruos. Eso es lo único importante, y si hubiera tenido que morir para lograrlo lo habría aceptado.

El anciano, de piel arrugada y con una coleta de pelo canoso, se molesta con las palabras de Selenya y le responde furioso.

 RAGNVALD: ¡NO SEAS TONTA!

La subida de tono en la respuesta del robusto anciano pilla por sorpresa a Selenya.

SELENYA: ¿Eh?

RAGNVALD: Ya hemos perdido a muchos de los nuestros en las batallas contra esas criaturas demoníacas. Sé que sigues teniendo un tremendo pesar y una insaciable sed de venganza porque esos monstruos acabaron con nuestra familia y con nuestro pueblo natal.

SELENYA: ...

RAGNVALD: Hemos vivido un infierno desde entonces... Tanto dolor y sufrimiento que nos han causado a todos los que poblamos la Tierra Universal y a los que viven en los Universos Exteriores...

SELENYA: Nuestra familia murió por mi falta de fuerza, pero sigo creyendo que con la ayuda de la Diosa Lúmina podremos arreglar este mundo moribundo de tinieblas y acabar con esos despreciables Sentimogu de una vez por todas.

RAGNVALD: Todo tiene su principio y su final, querida nieta. Ahora deja que termine de curarte las heridas que has recibido en tu batalla contra el Regente Sentimogu.

SELENYA: Abuelo, las heridas son algo normal en los que luchamos por nuestros ideales. Aunque admito que ese vejestorio lunático casi acaba conmigo.

RAGNVALD: Afortunadamente no ha sido así, no podría soportar perderte a ti también. Eres una guerrera inigualable, querida, pero eres demasiado impulsiva y te expones continuamente al peligro. Deberías descansar un poco, porque cada vez que sales a luchar vienes con unas heridas terribles en múltiples ocasiones.

SELENYA: Abuelo, yo...

Antes de que Selenya pueda terminar su frase se escucha una intensa explosión y los gritos desesperados de muchísimos Estelares que se encontraban cerca del lugar.

RAGNVALD: ¿Qué ha sido eso?

SELENYA: No tengo ni idea, pero estoy segura de que no puede ser nada bueno. Iré a ver qué es lo que ha ocurrido, abuelo.

Ragnvald se interpone en el camino de Selenya, quien se levanta rápidamente de la cama.

RAGNVALD: ¡Ni se te ocurra! ¡Aún no he terminado de curar tus heridas y podrías desarrollar graves hemorragias!

SELENYA: ¡Soy una guerrera y si tengo que morir será peleando! ¡Voy a ir a por el responsable de este ataque a nuestro escondite!

Selenya sale rápidamente de la casa sin que Ragnvald pueda detenerla.

DIVINA CONVICCIÓN II: BATALLAS DE LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora