CAPÍTULO 46: TODA LA VERDAD

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Oceanus se encuentra investigando los grabados presentes en las ruinas a las que ha ido para tratar de desentrañar todos los misterios que guardan la historia antigua del mundo. Cuando está andando por uno de los pasillos más profundos de los restos del lugar el suelo empieza a agrietarse y el guerrero se precipita hasta caer en una cámara oculta, alumbrándose inmediatamente como por arte de magia por las antorchas que hay en la sala . Los murales son extremadamente antiguos pero se encuentran en un estado de conservación excelente, los cuales reflejan el origen del mundo antes de ser inundado en las tinieblas.

OCEANUS: ¿Esto es la historia de los tiempos antiguos? ¿Qué es esa figura que se encuentra sobre el Universal y el Dios Sentimogu? Nunca había visto algo así, creo que esto es muchísimo antes de que yo fuera creado.

VLADYRON: Je, je, je. No te equivocas, estos murales reflejan el principio de los tiempos y en los que la creación sabía cuál era su lugar, el de estar sometida a su creador sin cuestionar su autoridad bajo ninguna circunstancia.

OCEANUS: Esa voz... ¡VLADYRON!

El Regente aparece de la nada ante Oceanus, surgiendo de un tornado de energía maligna. Al ver al guerrero tan enojado, el malvado hechicero no puede evitar el dibujar una mueca burlona en su rostro mientras Oceanus permanece callado.

VLADYRON: Así que intentando desentrañar los misterios de la creación, ¿eh? Es una buena manera de invertir el poco tiempo que te queda a ti y a este mundo miserable. Pronto todo desaparecerá y podré recrear el mundo a mi imagen y semejanza, sin seres inmundos que lo intoxiquen y se rebelen contra la voluntad de su Dios Todopoderoso.

OCEANUS: No te saldrás con la tuya, Vladyron. Te lo impediremos, ya lo verás.

VLADYRON: Suenas muy valiente sabiendo que tienes a tu lado a esos seres inferiores. Es lo que tiene ser una despreciable alimaña infecta, creyéndose importante cuando tiene a más de los suyos aunque solos no sean nada. Está claro que cometí un error al no ver cómo mis súbditos estaban preparando una rebelión y eliminarme, cosa que consiguieron a medias.

OCEANUS: ¿De qué estás hablando?

VLADYRON: Oh... Tendrás que disculparme por mi falta de tacto. Es obvio que no has descubierto mi verdadera identidad, no podía esperar algo así de un ser imperfecto y vulgar como tú. Soy la reencarnación del Creador Original, Koganeshibo, la entidad suprema de toda la creación conocida. Yo di forma a todo lo que existe, a los lugares, a los seres, a todo.

OCEANUS: ¡¿QUÉ?! ¡NO PUEDE SER! ¡Koganeshibo fue derrotado por el esfuerzo combinado de Estelares, Sentimogu y mortales! ¡Es imposible que hayas vuelto!

VLADYRON: Me temo que es así. Pasaron millones de años desde mi desaparición, pero pude reencarnar cuando una Sentimogu y un Estelar engendraron a un híbrido, un cuerpo apropiado para alguien tan perfecto como yo. Esa fue mi oportunidad para regresar y vengarme de aquellos que me arrebataron todo lo que me pertenecía por puro derecho.

OCEANUS: ...

VLADYRON: No tengo todo mi poder original, es por ello que mi plan ha tenido que retrasarse tantos millones de años para poder llevarlo a cabo. Me he visto obligado a recargar los fragmentos del Cristal Oscuro con las almas de la chusma y del populacho durante mucho tiempo. Y una vez que haya despertado a los Draco podré recuperar el poder que les otorgué a ellos, y cuando eso pase el siguiente paso será eliminar por completo al Universal y al Dios Sentimogu de la faz de la tierra. En ese momento destruiré este mundo para dar paso a la creación de uno completamente nuevo en el que todo sea perfecto y esté sometido a mi voluntad para siempre.

OCEANUS: ¡No te lo permitiremos, maldito!

VLADYRON: ¡Ja! Mucho me temo que vosotros a estas alturas no suponéis ninguna amenaza para mi plan, aunque os invito a que intentéis detener los designios de un Dios eterno y perfecto como yo. Pero te digo de antemano que será inútil y lo único que haréis será hacer más larga vuestra agonía. Os recomiendo a que os limitéis a desaparecer con dignidad sin intentar cambiar el destino que ya he decidido para este mundo y para todos vosotros.

OCEANUS: ¡¡JAMÁS!! ¡No te dejaremos destruir este mundo!

VLADYRON: Por mucho que desprecie el camino que ha tomado este mundo desde mi derrota hace tanto siglos atrás reconozco que siento verdadero placer al presenciar de primera mano el sufrimiento que han estado soportando los seres inferiores como vosotros. Eso es lo que pasa cuando no hay un Dios adecuado que guíe por el camino correcto a los seres estúpidos, si sufrís es porque os lo merecéis, a causa de vuestras malas decisiones. Al haber contribuido a eso reconozco que lo he disfrutado bastante, ahora los que fueron aliados en el pasado están más divididos que nunca y aprovecharé la oportunidad para alzarme una vez más para purificar las inmundicias producidas en mi ausencia.

Oceanus siente una ira incontrolable por todo su cuerpo, pero al mismo tiempo un gran pánico que le impide atacar a su tan odiado enemigo.

OCEANUS: Grrr...

VLADYRON: Al mismo tiempo necesitaba peones para que me ayudaran a conseguir mis objetivos y colocarme en una posición privilegiada en todo este caos. Hablo de Ómina, de Penumbra, de Blackorbion, de ti, de Raguel, de Dragyon, etc. Los otros 3 Regentes eran Estelares en sus vidas pasadas y conseguí unirlos a mi causa, siguiéndome ciegamente en mis planes sin saber que ellos también están condenados a desaparecer por completo. Firmemente creo que sois unos seres estúpidos e ignorantes que deben dejar de existir para no envenenar mi paraíso. Antaño era un Dios bondadoso que hacía todo lo posible por el bienestar de todo lo que había creado, pero no vi cómo la maldad se apoderaba del corazón y surgieron de él sentimientos negativos, llevando a conflictos que tenían como resultado muerte, destrucción y caos. La única condición que ponía es que no hicieran nada de lo que yo no les hubiera autorizado, y como responsable de semejante fallo debo arreglarlo.

OCEANUS: Es verdad, no se puede decir que todo el mundo sea bueno y hay gente malvada que hace daño a los demás. Crees que con destruir este mundo lograrás crear tu "paraíso", pero la historia volverá a repetirse irremediablemente. Aunque tuvieras éxito no conseguirías lo que buscas destruyendo este mundo y a todos nosotros con él. El bien y el mal son las dos caras de la misma moneda y es lo que nos dice quiénes somos, no podemos eliminar una de las dos porque son parte de nosotros. Entiendo que estés resentido y quieras vengarte de aquellos que te traicionaron cuando solamente querías el bien para ellos, pero tus métodos no son los adecuados y te lo demostraremos derrotándote. Nosotros somos seres libres, puede que nos hayas creado pero eso no te da derecho a imponernos tus reglas y arrebatarnos nuestra libertad de decisión. Somos nosotros, los seres inferiores, quienes forjamos nuestro futuro y no dejaremos que nadie lo haga por nosotros.

VLADYRON: (sonríe) Bien, se ha terminado la charla. Es hora de que me demuestres el poder de la convicción de la que tanto hablas. Muéstrame si lo que dices es cierto y podéis cambiar vuestro destino. ¡Enséñame si puedes hacer frente a un Dios Supremo cuando se emplea a fondo aunque no cuente con todo su poder original!

Oceanus se pone en posición de ataque materializando una espada. Mientras tanto Vladyron se envuelve en un tornado de energía oscura y empieza a transformarse en su forma más poderosa. Unos instantes después la energía maligna se disipa y se ve a un demonio con rasgos de humano y dragón, de grandes alas demoníacas, de piel añil escamosa con algunas partes del cuerpo reforzadas por una coraza de color negro, de pelo largo granate y con bigotes de mayor longitud, afilados dientes y una cola de dragón robusta acabada en punta. La esclerótica de sus ojos es negra, con una pupila de color naranja en la que en lugar de iris presenta una estrella demoníaca. Oceanus tiembla un poco pero se recompone, listo para atacar a Vladyron.

OCEANUS: <<Allá voy, pondré fin a esta amenaza aquí y ahora de una vez por todas>>.

VLADYRON: ¡Hora de luchar, antiguo discípulo!

Ambos se lanzan el uno a por el otro a la velocidad del rayo, empezando a luchar de manera implacable sin que ninguno de los dos ceda un milímetro.   

DIVINA CONVICCIÓN II: BATALLAS DE LEYENDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora