15.

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Un mesa para dos adornaba el centro del lugar acompañado por velas en todo el lugar volviendo el ambiente más romántico.

Llevé mi mirada a Jefnier recién noté que estaba parado a una lado de la mesa con una rosa roja en su mano al igual que una gran sonrisa en su rostro mirándome con los ojitos chinos.

No podía modular palabra alguna, tampoco articular ningún movimiento, no sé lo que me está pasando.

Todo esto me tomó muy sorpresivo y al mismo tiempo generándome confusión con todo lo que ha pasado hasta ahora.

Y la primera pregunta que ronda por mi cabe es ¿Ahora estamos bien?

¿Debería estar feliz por su gran detalle?

¿Algo está pasando o algo me querrá decir y fue la causa de hacer todo esto?

- Hola.

Parpadeó varías veces saliendo de mis pensamientos y verlo frente a mí, sus ojos me miraban atento o tal vez esperando una respuesta de mi parte por todo lo que acaba de ver mis ojos ¡Pero no puedo decir ninguna palabra de mi boca y no sabía porque!

Tense mi mandíbula evitando a que un episodio de ansiedad me fuera a ocurrir ahora mismo.

Trate de forma una sonrisa o talvez eso pensé que ocurriera.

- Amor ¿Qué pasa? ¿No te gustó la sorpresa? - acaricia mi mejilla.

¡Tú, eso pasá!

¡Lo de nosotros y todo lo que está pasando!

Trato de entenderte todo lo que dices, haces o tratas de decirme pero no de eso tengo que creer la mitad ¿Y crees eso es sano para mí? ¿O para tú hijo? No lo es.

Un día estamos mal, al otro bien, al rato me ignoras y ahora con rosas, velas y una cena para dos piensa arreglar todo, me vas a disculpar pero ninguna mujer merece ser tratada ya sea por el hombre más hermoso y millonario del mundo.

¿O simplemente hice mal en dejarte entrar en mi vida otra vez?

Cerré los ojos con fuerza debido a un dolor de cabeza que me aturdió derrepente.

- No me siento bien - fue lo único que dije antes de dar un paso hacía atrás alejándome de su tacto para seguido ganarme una mirada preocupante por parte de él.

- Ven vamos arriba así podrás descansar - quitó de mi alcance las cosas que traía dejándome sola, llevé mis manos a mi cabeza haciendo un como de presión para que doliera menos.

Segundos después sentí como unos brazos me cargaron, enrrede mis piernas al rededor de él y con sus manos posados en mis músculos mantuvo un buen agarré en mi, mis manos posadas al rededor de su cuello partió camino para mí habitación.

Luego sentí como mi cuerpo reposaba sobre la cama, tomé una almohada y la coloqué en mi cara evitando la luz en toda la habitación.

- ¿Comiste algo hoy? - sentí como se hundía la cama a un lado, asentí - ¿Pizza y helado? - me quedé callada a espera de sus reclamos - Sabes que no puedes comer eso y lo sigues haciendo.

- Solo fué un simple antojó.

- No puedes, Andrea. Mírate cómo estás ahora por culpa de lo que comiste ¿Crees que me gusta verte en este estado?

- Estoy bien, solo es un dolor de cabeza, ya pasará.

- Voy a llamar al doctor.

- No es necesario.

- Si lo es, fin de la conversación - escuché movimiento por la habitación.

Mi dolor de cabeza no tiene nada que ver con la comida solo es producto del estrés del trabajo y de tantas cosas que tengo en la cabeza por hacer y ya.

Juntos 2 .Lunay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora