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- ¿Qué quieres hacer hoy? - pregunta Jef.

- Mmm, no lo sé, no tengo muchas ganas de salir hoy - me abracé más hacia su torso, una pereza horrible tengo ahora.

- Hoy vienen unos panas - Jef me hace cafuné.

- Cierto... - no me recordaba para nada de eso.

- Pero puedo avisarles y cuadras para otro día si no quieres salir, yo lo único es estar contigo y pasarla bien.

Me reincorporé y lo miré.

- No Jef, ya ustedes tienen sus planes para hoy y no quiero ser el motivo de que sus planes se pospogan para otro día, no.

- Pero quiero que estés bien y agusto, no quiero que te sientas precionada a hacer algo que no quieres hacer - se sienta en la cama recostando se en la cabecera y voy a sentarme en su falda.

- No quería pero ahora sí, vamos a ir.

- Amor...

- Vamos a alistarnos que tus amigos deben de estar por llegar - le dí un beso.

- Lo estás haciendo por mí ¿verdad? - sus manos empiezan acariciar mis piernas.

- No.

- Me acabas de decir que no querías salir y cuando te dije que hoy vienen unos panas te activaste como nunca.

- Por en ese momento tenía pereza pero ya no - sonríe cuando entrecerro los ojos.

- No querías hacer nada conmigo pero con mis panas si, a bueno listo.

- Ay no empieces - lo miré mal.

- Me lo acabas de decir - alza una ceja.

- No es eso sí no que no había recordado que ayer me lo dijiste fue solo eso.

- Ok, no hay ningún problema - se aparta de mi lado para levantarse de la cama y ir hacia el armario.

- ¿Ahora que hice? Dios... - susurré para mí y dí un suspiro agotador.

Me levanté de la cama y tome mi celular de la mesita de noche para luego salir de la habitación.

Venía concentrada viendo algunos E-mail que cuando entre a la cocina y me llevé un pequeño susto al ver una señora buscando en el refrigerador.

- ¡Buenos días! - dije llamando su atención y de inmediato voltio a verme regalandome una grata sonrisa.

- Buenos días señorita Andrea ¿Cómo amaneció hoy? - dice mientras deja algunas cosas en la isla.

¿Me conocé?

- Gracias - sonreí - Si, muy bien y ¿Usted? - siempre la amabilidad por delante.

- Con el mejor ánimo como siempre - mueve sus manos de manera de victoria - Ay pero que pena, seguro se estará preguntando ¿Quién soy? Me presento soy Sandra la que será de ahora en adelante su cocinera, cualquier antojo o lo que quiera comer, usted me dice y se lo preparo.

Qué linda mujer.

- Encantada de conocerte Sandra - me acerque a darle un abrazo como saludo - Creo que contigo voy a romper mi dieta - ambas reímos.

- No hay problema, vea usted me dice y se lo hago. Y si quiere me culpa a mí pero de que a ese bebé no le faltará ningún antojo, no va a pasar jamás - negó.

- Uy si porque en estos días lo que me tienen comiendo es pura lechuga y agua - bromeé y ella río.

- Hay no ¿Qué es eso? Se me va a desmayar la muchacha - negó - Usted cuando pueda me pasa una lista de las cosas que puede comer o no y ahí vemos que se le hace.

- Si, luego te la paso - asentí mientras y fuí a sentarme en una silla.

- Ahora ¿Qué quiere desayunar? - colocó ambas manos sobre la barra.

- Dios hace mucho tiempo que no me decían eso que ya se me hace extraño, pero bueno nada - me despiste - Lo tradicional de acá - me encoji de hombros.

- Huevos revueltos, pan tostado, banco, mermelada y jugo - dice enumerando con sus dedos.

- Exactamente eso.

- Listo.

Siguiente de eso empezó a sacar las cosas necesarias para preparar el desayuno.

Yo decidí en dejarla sola y subir a empezar a alistarme.

Entre al cuarto y fuí directo a buscar en el gran armario que tiene Lunay la ropa que me pundria, conjunto deportivo y unos zapatos en conjunto.

Eso no se si se los había mencionado, el día que llegue estuvimos debatiendo los dos sobre que tengo que tener un espacio en su armario para guardar mi ropa.

Le dije mil veces que no sería necesario y también que había traído poca ropa para solo unos días como siempre él siendo él, sacó ropa de una parte de su closet y guardo la mía.

Le agradezco el detalle pero... No sé, aún siento que estoy en una casa ajena y que estoy en zona que no es de mi propiedad aún y se me hace incómodo entorpecer en la privacidad de los demás.

Y ahora estás pequeñas peleas que forman parte de cualquier relación y te hacen conocer más a la persona con que estás, hacen que veas todo desde otra perspectiva o desde la misma realidad y no como te lo pintan en las películas.

Salí del armario y lo ví colocándose su pantalón.

- Sal con tús amigos que yo iré a otra parte con tú hermana - dije antes de entrar al baño.

Tomé una ducha rápida y luego lavé mis dientes.

Me coloque la ropa y por último los zapatos.

- ¿Por qué cambiaste de opinión? - dice entrando al cuarto.

- Si tú no me quieres allá para que voy a estar en un lugar en donde no me quieren - termine de colocarme el último zapato y fuí hacia un sillón que está en la habitación y tome mi cartera.

- Quedamos que iríamos los dos.

- Pero ya no voy, ve tú tranquilo con tus amigos.

- No hagas esto otra vez, estábamos bien y ahora estás enredando las cosas.

Dejé de revisar mi cartera y lo miré.

- Pero yo no estoy enredando nada.

- No, dale deja eso y vamos.

- Voy a desayunar - caminé hacia la puerta pasando frente a él, colocó su mano en la puerta impidiendo que la abriera.

- Andrea.

- No me habías dicho que tienes una señora que te cocina.

- Ahora si.

Entre cerré los ojos.

- ¿Por qué?

- Porque necesitas alimentarte bien.

- No tenías que hacerlo.

- Pero lo hice y ya - abrió la puerta y salió de la habitación.

Bajamos y ya se encontraba la mesa servida así que empezamos a desayunar.

Juntos 2 .Lunay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora