XXXVI. La frase que arruinará todo

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Lo que tenemos Anthony y yo no tiene definición, o al menos yo no logro concluir una. No somos novios, mas claro está que no somos amigos comunes.  Nuestros labios jamás se han tocado, pero lo deseamos con la misma intensidad. Ni uno ni el otro da el paso esperado, estamos separados por una línea que ninguno se atreve a cruzar. 

Septiembre fue un buen mes. Salimos todo el grupo solo una pocas veces, pero a las chicas casi todos los días las veía. Charles se quedó toda la siguiente semana de mi cumpleaños en la ciudad y también salí con él. Con Anthony no salí más de una vez a solas, pero cada noche hablamos por llamada, hasta muy tarde. Se acercan las clases y debo retomar mis horarios, por lo cual eso no será por mucho más.

En una de esas salidas que tuve con mis amigas les conté sobre esa noche con Tony o, mejor dicho, a la primera que le conté fue a Lucía.

Fue así:

—Dormí con Tony.

Me miró incrédula, —¿Cuándo?

—La noche de mi cumpleaños.

—Ahora entiendo el porqué no quisiste que nos quedáramos, o bueno, las chicas. —Me miró de una forma pícara.

—No, no. Él me llegó de sorpresa.

—Está bien. Cuéntame cómo te sentiste y qué tal fue él.

—Fue perfecto, estar con él ese día fue estupendo. No sabía que lo necesitaba hasta que pasó.

—¿Y qué te dijo? —Sonrió.

—Me dijo tantas cosas bonitas que decirlas ahora te aborrecería.

—Pero Liz, ¿cómo fue?, ¿cómo llegaron a eso?, ¿quién dio la iniciativa?

—Él llegó a mi casa cuando ya estaba por dormir —Hice una pausa y la miré confundida—. Pues debíamos dormir. A... ¿A qué te refieres?

—Es decir. Ehm. ¿Qué?

—Luci, ¿qué?

—Ouh —pronunció lentamente.

—¿Pensaste qué? —dije tratando de aguantar la risa.

—Sí... es que me lo dijiste así.

—Te lo dije normal, ¿de qué otra forma podría decirlo? —Cuando terminé de decir aquello Lucía lanzó una carcajada y yo la seguí.

—En fin, que romántico —celebró.

No respondí.

—Liz —la miré— ¿Te gusta? 

—Es una pregunta demasiado obvia.

—Él ha sufrido mucho, y no hablo sobre amoríos. Él es una gran persona, ¿sabes? Y tú también. Estoy segura de que podrían ser felices el uno con el otro, pero antes se tienen que decir las palabras adecuadas. Él no es perfecto, tampoco lo intenta. Él lo que intenta es ser feliz, a pesar de caerse una y otra vez de su nube él se reconforta y vuelve a subir. Sube a esa nube con él, conoce lo que ninguno más que él conoce, siente sus emociones y transfórmalas en tuyas, él ya siente las tuyas. Ámense sin prejuicios. Ámense como les gustaría ser amados.




Violet y yo solemos caminar casi todas las mañanas. Esta vez tuvo que extenderse hasta la tarde, porque ella estuvo haciendo algunos trámites, así que yo la estoy esperando sentada en el césped. Para ser honesta, no quiero caminar como de costumbre por las mismas calles, le propondré que pasemos por un valle, el que está en la siguiente calle. Le envié el mensaje de que estoy aquí, y me respondió, dijo que venía llegando.

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