I. Primer día de instituto

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Es lunes, ya me estoy preparando para mi primer día de clases. Ayer me terminaron de comprar el uniforme, no es fácil conseguirlo a mitad de año escolar. Este es cómodo, me gusta. Es una falda gris a cuadros con una camisa blanca y jersey azul marino, también calcetines grises.

Estoy un poco nerviosa y muy angustiada.

Terminé de guardar mis cuadernos en mi mochila y ahora me dirijo a la cocina, donde está mi mamá preparando el desayuno. Lo tomo y me despido de ella, se nota que está muy cansada y mi papá sigue durmiendo. Quizás madrugaron escribiendo su nueva novela, la cual aún no me quieren hablar.

Salgo de mi casa, la mañana está fría y no hay tanta gente en las calles, por lo visto sólo los que trabajan y estudian. Camino sola, me pongo mis audífonos y subo el gorro de mi jersey.

Subo al máximo volumen, camino y canto por lo bajo Star Shopping.

Tras caminar unas seis calles llego al instituto; es grande de unos cuatro pisos y color verde, es bonito. Siento presión y no sé por qué, creo que mi sueño de entrar a un instituto se acaba de cumplir. Trago grueso y entro. Cuando ya estoy dentro siento que me tocan el hombro. Brinco del susto y me quito los audífonos.

—Disculpa—Suena una voz masculina. Me doy la vuelta y lo miro.

—¿Es usted Elizabeth Speers?

—Sí... —Iba a terminar mi oración hasta que me interrumpió.

—Mucho gusto, yo soy el director Brown. Te estaba esperando, acompáñame a mi oficina —Asentí.

Este señor alto con traje café y corbata roja me dirige a su oficina. Me pregunta mi edad, por qué nos mudamos y esas cosas comunes para conocer a una nueva estudiante, aunque es obvio que él ya sabía todo eso.

—Muy bien, siéntate —Hace una pausa mientras él se sienta en su escritorio, veo una carpeta sobre este, esa carpeta lleva mi nombre de portada, el director la abre y vuelve a hablar—. A ver señorita Speers, usted con sus clases por internet tenía un buen promedio, espero siga así y no le afecte en socializar.

Me siento en el sofá que está junto a su escritorio y cruzo las piernas.

—Para nada—le respondo—, creo que podré acostumbrarme.

—Claro que lo hará, ahora si me disculpa debo hacer un llamado.

—Si, claro ¿Me voy? —Le pregunto eso al percatarme que me habla y toma sus lentes bajando la mirada al teléfono fijo.

—Al contrario, quédese el llamado es principalmente para usted.

El director presionó botón del altavoz.

—Anthony Adams reportarse en mi oficina por favor. Adams.

Lo miro confundida, ¿para qué lo llamará?, ¿Adams?, ¿quién será?, ¿un profesor? ¿o un estudiante? Yo ya debería ir a mi clase, son las 7.30 a.m. y la primera clase comienza ya.

En un transcurso de dos o tres minutos tocan la puerta posteriormente abriéndola.

—Si, señor director, ¿qué necesita? —dice un chico al entrar al despacho.

—Anthony necesito que le hagas un recorrido por el colegio a esta nueva estudiante.

Le sonrío.

Él me mira, vuelve su mirada a Brown y rueda lo ojos.

Es un grosero.

—¡Deja de hacer eso! —reclama Brown luego de verlo— Estoy exhausto de ti, Adams ni siquiera agradeces que sigues en este instituto.

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