Anthony.
Hay dos cosas que detesto demasiado; las mentiras y la intriga. Y en estos momentos me quedé con la intriga, por culpa de ella. Me intriga el saber cuál de tantas cosas ha descubierto de este campus. Yo me he enterado de cosas estos años, pero no es algo de lo que me guste hablar.
No fue muy agradable de mi parte verla llorar, se le notaba que estaba asustada. Anteriormente nadie me había mencionado algo así del campus y yo aparte de mis amigos, que una vez fue, no lo he dicho más. Excepto ese lunes —Estaba alterado, podría haber dicho cualquier cosa—. Pero por alguna tonta razón me siento en la necesidad de ayudarla, me prometo a mí mismo ayudarle hasta lo que más me alcance.
Entré a la clase, me senté en el mismo puesto de siempre, dos filas atrás de la primera.
No puedo sacarme de mis pensamientos sus palabras, su rostro, como lo decía, el algodón con sangre.
Comencé a buscarla disimuladamente y para mi sorpresa ahí estaba, en el fondo del salón, había tirado el algodón y su nariz ya no sangraba, solo se veía roja. Sacó su cuaderno y libro de química, preparándose antes de que el profesor comience su clase.
Que dedicada al estudio es.
Proseguí a sacar los libros de mi mochila, no suelo tener muchas cosas ahí dentro, solo lo esencial, pero esta vez lo esencial no está, el cuaderno de la materia. Por Dios, como pude ser tan descuidado, ahora no sé dónde escribiré, ya que solo tengo un libro y lapicera. Desafortunadamente una vez suena el timbre no dejan volver a los casilleros. No busqué nada por esa conversación con ella.
Está sentada sola, yo también, nuestros compañeros están ausentes. Tengo una idea, me sentaré junto a ella.
Me levanté. Sin embargo, una voz superior interrumpe mi intento.
—¿Qué pretende hacer, Adams?
—Profesor. Me sentaré con ella —Señalé su asiento con el pulgar hacia atrás y la miré. Ella subió la mirada.
—No.
—¿Huh? ¿Por qué? Ninguno tiene compañero, además, en literatura estamos juntos.
—Dije que no —niega nuevamente—. Esta es mi clase, por lo que no me interesa que sean pareja en otras asignaturas. Y por lo visto la señorita no se ha levantado a contradecirme para que le te deje sentarte con ella, primero debes pedirle permiso a ella y luego a mí —El profesor Wilson se acerca al puesto de ella—, señorita Speers, ¿quiere sentarse con Anthony?
Sus ojos se encuentran con los míos, —E-eh no—tartamudea— No lo sé
—Para mí eso es un no —Sonrió de lado— Así que Adams, siéntese en su puesto —Me da una palmada en la espalda.
Todos están mirando el espectáculo que estoy haciendo, que vergüenza.
Miro al puesto cerca de la entrada donde está John, mi amigo, que me mira con cara de «¿Qué carajo?» Pero no me importa, me quiero sentar con ella.
—Pero... —Intenté protestar hasta que me interrumpió.
—Como ya dije, esta es MI clase y debe respetar lo que yo diga, de lo contrario la directiva lo espera.
No lo soporto, no soporto a ningún profesor.
Volví a mi puesto, rendido, no tuve de otra. No quiero manchar mi historial.
Rato después escribí en un pedazo de papel que arranqué de mi libro lo siguiente: «Salgamos del salón, dices que estás mareada y yo pido al baño». Le lancé el papel con extremada cautela, ella al leerlo me mira y disiente, trato de persuadirla, pero no hay caso, sigue negando. No la culpo, está aterrada y mejor no insistiré más, dejaré que cuando ella se sienta lista me lo diga.
Ahora solo voltearé a verla por ratos.
Cuando giraba ella subía la mirada.
Cada que volteaba esos ojos celestes se cruzaban con los míos. A pesar de estar mal ella sonríe al mirarme y yo le devuelvo la buena cara.
Ella es realmente agradable, linda y lista. No me entiendo a mí mismo ¿por qué he sido rudo con ella? Es que en el fondo sí lo sé y sin tomar en cuenta por lo que pasé la última vez que salí con una chica... Esa que me engañó y se aprovechó de mí.
Sin embargo, me siento en la necesidad de conocerla, si fracaso solo fue otro error, no me hará más débil.
Podríamos ser buenos amigos.
Tocaron el timbre, no podía esperar más.
Me descuidé solo por un segundo y ella ya había huido, es probable que se haya ido hasta su casillero así que tomé mi mochila y salí hasta allá.
Desde el extremo del pasillo logré visualizarla, está recogiendo sus libros y yo tengo la buena suerte de tener él mío cerca.
Camino lento, con la mirada sobre ella, iba concentrado hasta que me detuvieron.
—¡Vaya! —exclama John—. En la mañana la chica nueva te buscaba como loca y ahora se cambiaron los papeles. —ríe— Que ironía, y ese show que hiciste en la clase, ¿qué fue todo esto? Tony eso no es propio de ti. Siempre me has contado todo, ¿qué tienes con ella? Parece que olvidaste que hace una semana dijiste que era una niñata, que tiene m— Lo interrumpí, me cansé de escucharlo.
—Nada. Cierra la boca. Con permiso, debo hacer algo —Choco mi hombro contra el suyo sobrepasándolo.
John ríe; —Claro, a buscar a Elizabeth —dijo gritando. Seguramente ella fue capaz de oírlo.
Es tan tonto y ridículo a veces. Aun así, lo aprecio. Él siempre ha estado conmigo, fue uno de los primeros amigos que tuve después de... No, nada. No me gusta recordar malas situaciones, ahora estamos en el presente, pendiente de otras cosas.
Estoy a punto de invitarla a salir, está a pocos metros de mí.
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A Prueba
Mystery / ThrillerElizabeth es nueva en la ciudad, sus padres han terminado su gira y deciden establecerse. La matriculan en un instituto y es entonces cuando empieza lo que nunca imaginó... Anthony estudia en ese mismo instituto, pero en segundo y es líder de un ban...