XXVIII. Demasiado tarde para arrepentimientos

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Elizabeth.

Siento que estoy en el mejor momento de mi vida: En la preparatoria, pensando qué estudiaré en la universidad, con amigos que son verdaderos y un novio que me quiere tanto como yo a él. Los días han ido de maravilla; no hay más muertos, ni accidentes, nada malo. Los oficiales ya se harán cargo del asesino y lo encerrarán.

Ayer estuve investigando cuales son las posibles muestras necesarias para que una persona pueda ser arrestada. Me salieron cientos de pruebas, lo único que me falta es un sospechoso y yo ya no tengo idea de quién puede ser capaz de tal cosa.

En estos momentos estoy sentada en la entrada del instituto, estamos en el segundo receso y sí, estoy sola. Las chicas pidieron un permiso para ir fuera del campus a comprar unos bocadillos, les dije que no podría ir, que mejor me quedaba aquí a esperarlas. Los chicos deben estar en alguna parte, solo nos sentamos juntos en el almuerzo, algunas veces en otros recesos. Mark, no sé dónde está, nada más lo vi en la mañana, lo noté raro, como preocupado, seguramente más tarde me contará qué le pasa, lo cierto es que tampoco responde mis mensajes y nadie más lo ha visto. Ya aparecerá.

Oficiales entran y salen, pasan por mi lado, algunos me miran y otros no. Hace un rato pasaron tres y en uno de esos vi que era el oficial Collins.

—¿Qué haces aquí?

Anthony se había sentado a mi lado en las escaleras, no dijo ni dice nada, solo se sentó y bajo su mirada a sus pies.

—Hola Elizabeth —dijo—. Así no se reciben a tus amigos, debes saludar al menos ¿te enseñaron modales?

—Lo siento, hola Tony —Rodé los ojos— ¿Qué te trae por aquí?

—Vine a decirte algo.

—Cuéntame, ¿Qué sucedió? —Lo miré, él no había apartado la mirada de sus zapatos.

—Primero necesito que me perdones. Ayer no supe cómo decirte esto y es ahora o nunca que lo haré y la verdad prefiero que te enteres por mí.

Fruncí mi ceño, —No entiendo a qué vienes con eso.

Volteó su mirada a mí.

—Sé quién es el asesino.

Desde ese momento mi corazón comenzó a latir más rápido.

—¿Lo dices en serio? —Asintió—. Dímelo, dime quién es ¿ya avisaste a la policía?

—Sí, avisé a la policía y ellos me dieron la misión de encontrar las armas. Fui hasta su casa junto con Nick y las encontramos, con eso comprobamos que sí es el asesino. Hoy será arrestado puesto que los resultados salieron antes.

—¡Eso es muy bueno, Tony! —Sonreí emocionada y lo abracé riendo entre dientes —Atrapaste al asesino. Ya no hará más daño.

—Atrapamos —corrigió—. Nick fue quien encontró las armas.

—Así que dime, ¿Quién es?

Tomo mis manos y me miró directamente a los ojos, su mirada está claramente triste.

No entiendo nada y mi estómago se comienza a revolver.

—¿No sospechas de alguien?

—De nadie —respondí.

—Es, es...—tartamudeaba— Mark.

Mi pecho se oprimió, mi corazón se detuvo, sentí un frío pasar por mi cuerpo.

Tragué grueso.

—¿Mark? ¿Mi novio? ¿El único Mark que conozco?

—Sí —murmuró.

Comencé a negar con los ojos cerrados mientras susurraba una y otra vez «Él no puede ser».

Me levanté de golpe, mis ojos se habían enrojecidos, restregué ambas manos en mis ojos para evitar llorar. Dejé a Anthony solo en las escaleras, empujé la puerta y entré al instituto. Caminé mirando el suelo enojada, triste o decepcionada, no sé qué siento.

¿Qué se tiene que sentir al descubrir que tu novio ideal verdaderamente es un asesino en serie?

Sé que Tony no me está mintiendo y eso es lo que más me duele.

Esto no está bien, no está nada bien. Deseo que esto sea una pesadilla por la estoy por despertar.

Mark no puede ser el asesino.

Él no es así.

Él es lindo, No solo conmigo, ¿verdad?

Debo irme de aquí. No podré mirarle la cara después de esto.

Escuché unos gritos y subí mi mirada. Eran ellos, se acercaban a donde estaba. Los miré estupefacta. Venia Collins junto a dos oficiales más, igual como entraron, con una diferencia; Mark iba al medio, siendo arrestado por Collins, su mirada era tétrica, miraba al frente y cuando me vio se detuvo.

—Lad... —Lo interrumpí.

—¿Por qué lo hiciste? —Ni siquiera lo miré.

—Tuve mis razones y... Es tarde para arrepentimientos que no siento.




Mark Anderson fue apresado y llevado a juicio, después de dos meses el juez tomó una decisión:

«Por estos hechos es que se declara culpable y se condena con la pena privativa de libertad de cadena perpetua al ciudadano: Mark Anderson como autor del delito de asesinato de Reuben Pierce, Rachel Paige, Andrew Scott, y Joe Bernet. A su vez se le anexa como agravante los delitos informáticos (acceso ilícito) debiendo pagar la suma de 1000 dólares por indemnización de daños y perjuicios de Elizabeth Speers».

Sigo sintiendo cosas por él, por más que quiero y lo intento no puedo sacarlo de mi corazón. Sé que lo que hizo estuvo muy mal y ya estará un largo tiempo tras las rejas. Sin embargo, él me mostró una parte de sí que nadie más conocía y le descubrieron otra totalmente diferente. Otra que jamás me imagine conocer.

Me enamoré de una persona que hace daño a los demás, hasta a mí, con esas notas, que solo eran por celos y nada de lo que escribió era en serio. Me enamoré de todo lo bueno de él y por mucho que está mal lo que diré de igual forma lo haré; las cosas buenas que me demostró sobrepasan las malas que hizo.

No me atrevo a nadie a confesar esto y por eso es que ahora lo digo en voz baja mirando al techo.

Lloré. Lo hice por rabia a él, decepción de mí misma en no darme cuenta quien era así daba los indicios, le lloré muchas noches, pero no me atreví a ir a visitarlo. Si lo quiero olvidar lo haré cueste lo que cueste

Mark Anderson; te sigo queriendo a pesar de lo que hiciste, pero eso no significa que te perdono. Cuídate y jamás vuelvas a buscarme.

A PruebaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora