XIII. Presunto suicidio

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Los homicidios pasan a diario, cada día mueren asesinados 513 habitantes, 137 de esos son mujeres aproximadamente. En los femicidios, el 72% es cometido por hombres conocidos de la víctima, el 26% de esos por sus parejas sentimentales y el 2% por otras mujeres, fundamentalmente celosas. En toda nuestra vida nos cruzamos con alrededor 16 asesinos, en el caso de los psicópatas nos cruzamos con 60 a lo largo de nuestra vida y en un grupo de cien personas una de ellas es psicópata. Por supuesto que hay psicópatas criminales y hay psicópatas de "bien". Que son en sí los que no le hacen daño a nada ni nadie, son los que se sumergen en su mundo de pensamiento y hasta muchas veces los psicópatas de bien son parte de investigaciones imposibles.

Solo en este instituto hay un promedio de 3 a 4 psicópatas y posiblemente alguno de esos cometió este terrible acto. Que agallas tiene, aunque esta chica le haya hecho mucho mal no debió pagar con su vida. Sea quién sea nuestro homicida debe atenerse a las consecuencias. Yo solo puedo pensar en que mala persona es aquella que cometió este acto, esa chica tirada en el suelo tiene moretones por todo su cuerpo, se ve con claridad que murió luchando. La persona que la asesinó es un hombre, o dos mujeres fuertes. La asfixiaron y cortaron sus venas, dejando ese gran charco rojo a su alrededor. La cara de ella no se ve, su cabello castaño la tapa.

Emma aún tomando mi mano se gira hasta mi frente, no dice nada, solo me mira y yo a ella. Veo que una lágrima baja por su pómulo y cae en su camisa. Le doy un abrazo corto, ella se devuelve a mi lado. Volteo a la izquierda y veo al resto de mis amigas, tienen la mirada perdida, ellas no notaron que las estaba mirando. Busqué a Anthony y a sus amigos con la mirada, estaban detrás de nosotras, John estaba con su celular al parecer llamando a alguien, Nick una mirada mantequilla es lo que tenía, Y Anthony tiene sus ojos clavados en la escena, no parecía que parpadeará, estaba impactado.

Me acerqué a él junto a Emma.

—¡Oh por Dios...! Pinky —sollozó por lo bajo.

Estaba por responderle, pero un policía comenzó a hablar: —Hemos pensado que ha sido un suicidio.

¿Cómo se le ocurre decir eso? Esto no tiene ni un indicio de ser suicidio.

—Eso no es cierto —opiné sin querer en voz alta.

—¡Usted! Señorita... —Demandó el mismo, acercándose para que le dijera mi nombre.

—Elizabeth —respondí sin bajar mi mirada.

—Okey, señorita Elizabeth —. Se paró en frente de mí, pasando todo su peso de la punta de sus pies a sus talones con las manos dentro de sus bolsillos del chaleco. Emma soltó mi mano y se puso al lado de Violet. Yo con el ceño fruncido lo miré directo a sus ojos —¿A qué se refiere con que no es cierto?

—Me refiero a que está claro que ha sido asesinada.

—¿Y usted cómo sabe eso? — pregunta, incrédulo.

—Sus brazos y piernas están amoratadas —alardeé señalando el cadáver —. O sea, la estaban atacando y trató zafarse más de una vez —hice una pausa observando el cuerpo —. El corte de sus brazos fue rápido y preciso. Y no me digan que no han notado que tiene dos marcas de muerte; en su cuello una marca de estrangulamiento tiene. ¡Oh! y casi lo olvido; por mucho que se hubiera querido suicidar no lo hubiera hecho en este lugar. Lo hubiera hecho en su propia casa, en un hotel o en alguna parte de la calle. Nadie vendría en la noche a suicidarse donde estudia.

El joven frunció el ceño, impactado comentó: —¿Cómo sabe todo eso, señorita Elizabeth?

—Oh, por favor. Es cuestión de mirar ¿o es primera vez que te toca un caso así? Aunque así fuera debes tener un jefe por el que ha pasado por muchos casos similares.

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