XLV. El fin de todo...

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—¿Ahora podrías decirme qué me sucedió? 

Había pasado medía hora y era solo cuestión de tiempo en que él formulara esa pregunta. Me levanté de la cama antes de hablar.

—¿Acaso no recuerdas nada? —pregunté sorprendida, pensé que al menos recordaba algo, que estaba con Nick y que el auto se salió de control.

—No —hace una pausa—, solo sé que te envié un mensaje, ¿lo escuchaste? —Asentí, mi semblante estaba serio.

—Tuviste un accidente... con Nick.

Él frunció su ceño. 

—Mierda... ¿Y cómo está él?

Mientras él iba diciendo la oración yo rogaba porque no la hiciera. 

No quiero ser yo quien tenga que decirle eso.

No respondí nada, solo aparté la mirada un momento. No tengo idea de qué palabras elegir para informarle que su mejor amigo murió y que falta muy poco para que se cumpla un mes. Así que volví a mirarlo.

—Esa mirada... —musitó— Se me hace vagamente familiar. Es la misma que tenía Rachel antes de decirme que mis padres murieron...

Tony dejó la palabra en el aire y yo mordí el interior de mi boca. Sé que espera que diga algo, que lo contradiga, pero no puedo.

—No me digas que... por favor —dijo—. Niégalo —Cerré mis ojos y respiré profundo— ¡Niégamelo Elizabeth! —forzó la voz e hizo una mueca de dolor al decir aquello.

—Lo lamento mucho, cariño —dije, luchando con no llorar. Al menos con él si debo mostrarme fuerte. 

Suspira, —¿A qué hora?, ¿qué día? —dice serio mientras sus ojos se cristalizaban. 

—El 29 de diciembre a las 1.48 de la madrugada.

Tony apartó su mirada y comenzó a musitar algo que no le logro entender, pero como si leyera mi mente aclaró sus palabras.

—Doce horas, tres días y siete meses —dijo con voz temblorosa. 

—¿Qué?

—De diferencia —Subió su mirada, las lágrimas resbalaban por su mejilla en carrera.

—¿Con qué o quién? —dije sin entender aún.

—Con mis padres, Beth... Ellos murieron el 26 de mayo a las 1.43 p.m.

Al terminar aquella oración, Tony se apoyó sobre mí para seguir llorando, lo hacía silenciosamente, pero yo sabía que en su mente gritaba eufórico, así que yo me limité a abrazarlo y acariciar su cabello.

Llora en mi hombro Tony, todo lo que tú quieras, sé perfectamente que esto te duele mucho más que a mí.

Estaba a punto de decir algo, aunque realmente no sabía, no sé si significaba algo o si solamente fue una coincidencia. Me cuesta creer en la coincidencia, más cuando está claro que ellos son los responsables de ambos actos, si lo planearon a esta hora es porque quería que coincidieran. 

—Hubiera preferido no despertar —pronuncia en medio del llanto.

Mi corazón se prensó.

—No —dije con la voz entrecortada—. Jamás vuelvas a repetir eso. No sabes lo que hubiera pasado si te desenchufaban —De nuevo Tony musitó palabras inentendibles para mi oído. Así que me decidí en decir algo fundamental—. Menos cargando con el saber quién fue.

Al instante volvió su mirada a mí, con su ceño levemente fruncido, —¿Quién te lo dijo?

—Yo misma lo descubrí.

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