XXIII. El autor

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Elizabeth.

—Lady ¿Qué pasó? No te quedes callada —me habló Mark, dirigiéndose a mí por el apodo que me estoy comenzando a acostumbrar, para después dejarme su asiento a mí.

Estaba en geografía y hoy mi compañera no asistió al colegio, así que me tocó sentarme con otra persona. Luego de terminar de escribir lo que el profesor nos dictó por averiguadora mis ojos se fueron hasta el cuaderno de mi compañero. Esa otra persona con la que me senté tiene la letra idéntica a la que sale en las notas, que por cierto desde el lunes no han llegado más.

—Es Joe Bernet.

—¿Por qué dices que es él? —indagó Nick.

—Porque estaba en geografía, me tocó ser su compañera y al observar la letra de su cuaderno lo descubrí.

—No puedo creerlo —Emma tapó su boca con su mano—. Solía creer que era un hombre quién te molestaba, pero ¿Joe? Él no parece ser así de macabro.

—Sus actos hablaron más que sus palabras —musitó Tony llamando la atención de todos los de la mesa.

—¿Qué? —Habla Lucía.

—Nada, nada —responde el mismo —¿Qué otra cosa pasó?

—Yo intenté simular mi reacción, a que no notara que estaba asustada —Había descubierto quien me envía atrocidades, no había una mejor forma de reaccionar —. Sin embargo, él notó ligeramente que lo descubrí y lo que hizo fue huir al baño. Joe cerró su cuaderno, lo guardó en su mochila, pidió permiso de ir al baño y jamás volvió.

—Cobarde —bufó.

—Bueno, ¿Y qué hacemos? —interrumpe Emma y volteé mi mirada a ella.

—No sé, podríamos hablar con él o denunciarlo directamente a la policía —comenté en tono de pregunta.

—Lo mejor sería confrontarlo entre todos y decirle que hable, que diga porque estuvo haciendo todo esto —me respondió Nick.

—Esa sería buena idea, —agregó Tony— él tiene que tener alguna razón de enviar esas notas y culparme de algo que siquiera tiene una prueba contundente.

—¿Alguno sabe dónde vive Joe? —preguntó Mark.

Observé a cada uno, todos negaron saber tal información.

—Pero, aunque sea alguien de acá debe saber, ¡preguntemos! —incitó Isabella.

John decidió hablar, —Sí eso está bien, ¿Qué tal si vamos por separado a averiguar? Quizás no se ha ido del colegio y en caso contrario llegaremos a su casa, seriamos todos nosotros contra él, está claro que hablará.

—Lo que no entiendo es ¿por qué me ha mandado estas cosas? —volví a hablar —Ni siquiera lo conozco, pero ¡Él a mi si! Tengo tantas dudas, cuál es la necesidad de hacer esto.

—Elizabeth —Tony se había levantado hasta pararse atrás de mí y tocar mi hombro. Al instante sentí la mirada pesada de Mark llena de celos, no le agrada en ningún sentido Tony, está cerca de él es por mí y por mis amigas, pero no le gusta tenerlo cerca —. Él no tiene nada contra ti.

Me levanté para enfrentarlo, tenía mi entrecejo con un leve fruncido, —¿A que te refieres? —Vacilé.

—Me refiero a que él solo escribió las notas y no fue quién tuvo la idea. Solo debes darte cuenta. Joe no te conoce, nunca han hablado, hasta donde sé, claro. No le has hecho nada malo. Joe no tiene razones para hacerte daño. Sí creo que su letra es la de las cartas, él escribió todas esas cosas horribles. Sin embargo, no fue por mérito propio, he deducido que Joe solo es cómplice de la verdadera persona que está detrás de todo esto y que si hablamos con él es más probable que lleguemos más rápido al responsable.

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