III. La enfermería

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Han pasado dos semanas, y hoy es un día de clases. Otro día Anthony y yo juntos en literatura. Supongo que el detesta la idea de que trabajemos juntos —digo, por el comentario que hizo el primer día—, pero la verdad, a mí me da igual. Solo quiero aprobar. No obstante, sé que si no hay comunicación entre compañeros mientras se realiza el trabajo hay un gran porcentaje de que salga mal; falte información, se repita, se note que no lo hicimos en grupo y eso baja la calificación. De igual forma, él decidió que cada uno hiciera sus partes y cuando esté terminado las unimos. La peor idea, lo sé.

Cambiando de tema, estos días los he pasado con las PG (Prettiest Girls) —me sigo riendo del tonto nombre—, nos hemos llevado muy bien, me ha encantado salir a caminar con ellas y algunas veces hemos cenado. Tenemos tantos y diversos temas para hablar; ellas me hablan de moda, gustos musicales, chicos, entre otras cosas. A veces comentan cosas de sus novios y sus ex parejas y los que sé es que: Violet hace unos meses comenzó a salir con su novio Louis. Lucía cuenta que hay una chica que le gusta hace un tiempo, el problema es que es ex de su ex entonces es complicado. Y Emma e Isabella están solteras y dijeron que nadie les gustaba. Por mi parte no tenía alguien que mencionarles tampoco, pues no he conocido a algún chico a excepción de Anthony..., y tampoco les hablé ni hablaré nunca de él.

Está por acabar el recreo y voy camino a mi casillero para buscar el cuaderno y libro de la siguiente clase. En ese transcurso, de la nada sentí una mano sobre mi espalda empujándome, mis manos estaban en los bolsillos, por lo que no me dio el tiempo de sacarlas y fue mi rostro quien recibió el golpe contra el suelo cerámico. Me levanté quejándome y con los ojos cristalizados, miré hacia atrás y a pesar de que mi vista estaba borrosa se notaba que no había nadie, el pasillo estaba totalmente vacío. Tocaron el timbre. Me terminé de levantar y sentí algo húmedo en mi cara, procedo a limpiarme con la mano y la miré, una mancha de sangre tenía en mis dedos. No puedo creerlo, ¿tan fuerte fue el golpe? Que me hizo sangrar y ¿por qué me empujaron? ¿fue un accidente y salió corriendo del susto? Debo ir a la enfermería, esto cada vez bota más y más sangre.

Al llegar ahí y tocar la puerta una voz femenina de dice que entre.

—Buenos días. Me golpee en la nariz, mire estoy sangrando. Podría darme algo para curarme, por favor.

La señora de uniforme blanco se encuentra sentada en la camilla y con su celular, subió la mirada un momento y me señaló una estantería.

—Ahí hay alcohol y algodones.

¡Que excelente servicio!

No capté exactamente donde me señaló, así que el primer cajón que vi lo abrí.

Al abrir esa caja y presenciar lo que había ahí grité, como nunca en vida había gritado en ese momento lo hice. La enfermera deja su celular al milisegundo y se acerca a mí, mirándome como si quisiera golpearme. Sin quitar su mirada de encima abre un cajón a su lado y me pasa los algodones con un diminuto frasco de alcohol. Después me agarra bruscamente el brazo y con una voz demandante me dijo:

—Si dices una sola palabra te sucederá lo mismo.

Sin poder evitarlo comencé a llorar y asentir, el terror me corría por las venas.

Salí corriendo mientras sollozaba. 

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