XLIII. Revelación de hechos

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Llegué al hospital, y en la entrada le escribí a Violet, adjuntando una foto para que me creyera de que estaba aquí. Me sorprendí al encontrarme con Isabella junto a John en el auto de él. Fruncí mi ceño, confundida. No la había visto hace unos días. Después de saludarlos y subir al asiento trasero me informan que ya están por irse, solo esperan a Ian que habla con el doctor, les pregunté sobre qué, pero no supieron qué responder. No me atreví a preguntarle a Isa qué es lo que hace aquí. De una forma u otra, es su amigo. Al cabo de ocho minutos vi a Ian salir, buscando el auto con la mirada, al encontrarlo caminó lentamente hasta donde estábamos y se subió a mi lado.

—Volviste —dijo en modo de saludo —¿Qué tal te fue? 

Giré mi cuerpo hacía él.

—No como lo esperaba, pero sí obtuve respuestas.

Ian se limitó a asentir. 

La verdad pensé que se clavaría en el tema, preguntándome de todo. Al parecer, me equivoqué.

John arrancó el auto y comenzó a manejar, me gusta como lo hace, es decir, siempre se percata de todo, no corre y evita maldecir a cada uno de los que no manejan bien. John suele manejar a paso lento, pero seguro. 

—¿Qué te dijo Mark? —rompió el silencio Ian. Sin embargo, lo que me causó una especie de pánico fue que supo a donde fui, sin yo darle información o pistas previas. ¿Acaso me habrá seguido?

—No fui a donde Mark —mentí descaradamente.

—Vamos, no me creas ingenuo. ¿A dónde más irías? La única persona que te pudo dar respuestas fue él. Y dijiste que las obtuviste.

—¿Tony te habló de Mark?

—Eso no tiene que ver con mi pregunta —hizo una pausa corta—. Tony me contó de todo la última vez que nos vimos, es como si de alguna manera él ya sabía que sería la última.

—¡Aiing! —gruñó John— Otro negativo —Se detuvo por el semáforo rojo—. Tony no está muerto, ni lo estará hasta dentro de muchos años más. Tengan un poco de fe, crean que él sí despertará.

John presionó el acelerador de nuevo.

—Sí —alargó la i—. Cuanto quisiera que yo mañana llegara al hospital y lo viera despierto. Pero es muy difícil, su estado de coma es grave.

Y el silencio volvió a gobernar al auto.

Esta vez, yo quise hablar primero.

—Si Tony muere no descansaré hasta que haya justicia.

Lo malo fue que aquella oración la dije en tono de voz muy bajo, que puede que no me hayan entendido a la perfección.

—¿Qué dices? —pronunció Ian molesto, girando su cuerpo a mi dirección. Cuando lo miré noté su semblante pálido y fruncido.

—El accidente fue causado —Me encogí de hombros—. Mark me lo dijo.

La expresión de Ian seguía igual de incrédula.

¿Es posible que Ian también supiera esto? Y si la respuesta fuera sí no entendería el por qué está desesperado buscando pistas.

—John —dijo a secas después de unos segundos — ¿Podrías llevarme a casa primero? 

—Emmh —El chico miró a Isabella, pues sería a la que se suponía que llevaría primero. Al ver asentir a Isa John sonrió de lado—. Está bien, ya te llevo.

Ian se reincorporó en el asiento.

Cuando el auto se detuvo frente a su casa, Ian le agradeció a John, especialmente por lo que ha hecho estos últimos días. A lo que John le respondió que es lo que buen amigo haría.

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