II. Compañeros

217 66 47
                                    

Han pasado tres días desde que entré a este colegio, aún no conozco a todos los profesores solo al de música, deporte, literatura y biología, de los cuales en estos momentos no recuerdo sus nombres, los escribí en la parte de delante de cada cuaderno, a excepción del de literatura, lo olvidé justo antes de escribirlo.

No me he atrevido a ser quien comienza una conversación con otra persona, ya tuve una primera mala experiencia y no quiero alguna más e igualmente no he mantenido una conversación con alguien más por más de cinco minutos.

Varios chicos me han pedido el número de teléfono, no me gusta como de la nada se acercan y dicen: ¿Podrías darme tu número?, no, así no se consigue el número de nadie. Me siento mal porque se los dije mal a propósito, no quise ser descortés al decirles un antipático «no», y admito que fue grosero de mi parte, pero reitero, así no se consigue el número de una persona.

Apenas hoy me asignaron casillero, sí hoy, es el número 27 y traje un candado muy bonito de color púrpura, decidí comprarme uno de otro color al resto para identificar con facilidad el mío. En el transcurso de guardar mis libros y cuadernos tras el altavoz comienzan a hablar:

—Buenos días, estudiantes de ELI high—se escucha el director Brown—. Les comunico que desde este día hasta el resto del año escolar vamos disminuir los cursos. Explico; primer año con segundo año y tercer año con cuarto año, serán dos años nada más. Primer año irá a literatura y segundo a deporte. No pregunten el por qué, gracias por su atención.

¿Así? ¿nada más que eso? Esto sí que está extraño, no creo que sea normal en los colegios. Quizás surgió algún preparativo, o se han quedado con pocos profesores. Supongo que eso significa que a los de primer año nos darán materia avanzada, ya que veo poco probable que los de segundo vuelvan a pasar lo mismo que el año anterior.

Entonces me toca literatura, okey.

Los estudiantes comenzaron a abuchear al momento en que el director terminó con su comunicado, inmediatamente suena el timbre, como si fuera una forma de callarlos y cada uno se acomoda para entrar a sus respectivas clases.

Camino un poco confundida, pues sigo pensando a que se debe haber sido ese cambio repentino, miro al suelo contando las cerámicas que van pisando mis pies a medida que camino.

Uno, dos, tres, cuat... ¡BAM!

Choqué. Una espalda me detuvo, subí la mirada y me percato de quien está a en mi frente: Anthony y no estaba solo. Un chico de más o menos mi estatura y rubio se encontraba junto a él, al caminar sin mirar por donde voy tuve como consecuencia toparme frente de sus casilleros. De la persona que sin tomarse la oportunidad de conocerme me detesta. Anthony giró sobre su propio eje hasta que sus ojos se encuentran con los míos, al verme hace una mueca de desdén removiendo los ojos de mí.

—Con permiso —dice de mala gana y cierra su casillero para luego pasar por mi espalda.

Lo sigo con la mirada, le dice algo al chico en el oído y al final del pasillo se reunió con tres chicos más, un moreno, otro castaño y un pelinegro. A mi parecer creo que está que una especie de grupo de muchos amigos, como una banda. Anthony no tiene la fachada de un chico de banda... o puede que sí, jamás he visto unos en persona.

Lo ideal de un ser humano es esperar lo peor de los demás para que cuando ocurran situaciones inesperadas no afecten demasiado. Todos sabemos que eso queda en vano, cuando algo realmente te sorprende te afecta mucho más de lo que creías.

Suelo observar a las personas y tratar de leerlas, me gusta hacerlo. Me han dicho unas veces que he acertado por eso es que he seguido haciéndolo. Es probable que si observo a Anthony por unos días logre "leerlo".

A PruebaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora