XXVII. La misión que juré

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Llevo más de media hora esperando a Nick en mi casa, él será la persona con la que vaya a la casa de Mark. Ayer, después de salir de la estación me reuní con los chicos en la casa de Nick, les hablé sobre lo que había descubierto, el plan del oficial Collins, lo que me entregó y junto con eso el arma. Cuando les mostré esta ellos se aterrorizaron al verla, quizás por el hecho de que antes no habían visto alguna. Yo, por lo contrario, me reí, pues me causó gracia sus expresiones al ver lo que tenía en mis manos. No obstante, admito que me extralimité, cuando la retiré de mi mochila les apunté con una mano diciéndoles: «Y miren lo que me entregó». Lo hice así ya que estaba seguro que no estaba cargada.

Cuando hablé con los chicos John dijo que no podía por causa de que va retrasado en literatura, la cual ha sido la hora que he faltado, pero a mí me tocaba música, mi asignatura menos preferida. Nick por su parte, dijo que no le preocupaba faltar, así que decidió acompañarme y ayudarme a lo que fuera. Siempre ha sido así, le gusta arriesgarse sin importar que sea por sus queridos. Nick es el más valiente de la pandilla, incluso debería ser el líder. En cambio, es el sublíder y el líder soy yo. El año pasado, cuando los exlíderes se graduaron, se hizo una reelección para este puesto. Yo me anoté solo porsiacaso, Nick, John y Andrew también lo hicieron. Los más votados fuimos —por como es obvio— Nick y yo, después el resto se decidió por mí como líder, dicen que tengo el carácter de uno. En mi opinión esto no es muy real, sé que soy un cascarrabias, no voy a conocer a alguien y de una vez darle una sonrisita, ¿qué clase de psicópata hace eso? Primero te conozco y luego te hablo bonito. Al contrario, Nick es muy amable con todos, a veces no soporto que sea así, por eso es que siempre sale de víctima. Sin embargo, él es como el padre de todos nosotros, no somos muchos, solo 19 miembros (20 hace unos meses), él siempre está a nuestro lado, defendiendo y apoyando a todo el que lo necesite. Nick es muy valiente, merece más de lo que tiene.

Pero no entiendo qué tanto se tarda en venir, solamente tenía que cambiarse de ropa y venir a mi casa. Estos minutos son oro, debemos mantener un tiempo preciso para no obstaculizar nuestro progreso. Hace unos minutos le envié un texto y dijo que ya venía cerca, así que ya debe estar por llegar.

Mientras tanto estoy con la pistola en la mano jugueteando o debería decir practicando. El oficial Collins me enseñó a sujetarla, cargarla y disparar. Debo admitir —aunque sea para mí mismo—, que tengo un poco de miedo, tiemblo cuando mis dos manos están sobre el arma y mi dedo en el gatillo. No tengo idea si tengo puntería, todo el rato he estado cargando y simulando que disparo.

No me imaginaba que un arma fuera tan pesada y a pesar que son mayormente de hierro, no sé por qué pensé que no pesaban, igual que las balas, que sean de salva no las hace más livianas. No me he atrevido a colocar ni una en el estuche, temo de dañar algo aquí dentro.

Tomó la empuñadura, la otra mano en el extractor, cargo el cartucho, luego coloco esta mano encima de la otra, quito el seguro, paso mi dedo índice al gatillo, extiendo muy bien los brazos y presiono con fuerza. Son los pasos para disparar.

Ya, dejaré esto, no es posible que lo necesite.

El policía me explicó cómo tomar el arma, como disparar y como pegar con la parte de abajo de la empuñadura, por si acaso me da miedo disparar y él intenta atacarme o a Nick lo golpeo, con eso puedo llegar a dejarlo inconsciente, depende lo fuerte que pegue y donde.

Collins me dijo que la hora perfecta tendría que ser a la última hora de clase, cuando Mark sigue en la escuela. Según el seguimiento que le han hecho hay veces que no entra a clases y se va a casa, pero siempre vuelve a entrar a la última. En ese caso, en esta hora no nos preocupa que vuelva repentinamente.

Solo debemos entrar a su casa, explorar cada esquina hasta encontrar donde sea que estén las armas, salir de ahí y llevarlas directamente a la estación de policía.

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