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Despertaste en el Sueño del Cazador, sentías frío, te levantaste y te percataste de que tenías poca ropa, un gran peso sobre ti, aún somnoliento hiciste a un lado ese peso y empezaste a buscar con la mirada alguna prenda tuya logrando encontrar el resto en una mesa bien ordenadas y limpias.

- Me duele la cabeza y no siento la cintura para abajo, ¿Que me pasó? - te preguntaste mientras te apoyabas en una mesa frotándote las sienes.

- Yo igual - respondió María detrás tuyo.

Hiciste una pausa, te quedaste quieto y callado por un buen tiempo hasta que te diste la vuelta y viste a María con menos ropa de la habitual, sus pechos estaban al descubierto al igual que el resto de su torso, dándote la oportunidad de admirar su cuerpo digno de una diosa, observaste el rasgo más destacable el cual era una rara cicatriz en su cuello y abdomen.

- ¿Que tanto me miras? Un momento...... - María se detuvo y empezó a armar el rompecabezas.

...

Gehrman dormía en su silla de ruedas hasta que dos gritos provenientes del taller lo despertaron, el anciano suspiró pesadamente.

- Supongo que tengo que ir antes de que se maten entre ellos.

Gehrman movió las ruedas de su silla llegando hasta la entrada del taller, ahí pudo ver cómo María te estaba persiguiendo.

- ¡Vuelve aquí idiota! ¡No he terminado contigo! - exclamó furiosa María con la Chikage en mano mientras te perseguía.

- ¡Ya te lo he dicho, no me acosté contigo!

La Muñeca también entró al taller y te vio huir por un lado seguido de la cazadora. Huiste por un lado del taller a la vez que la mujer te seguía persiguiendo. Tropezaste y caíste al suelo solo para que el filo de la Chikage rozara tu cuello.

- Novato, ¿Como te atreves a profanar mi cuerpo?

El filo de aquella arma estaba a menos de 1 centímetro de cortar tu cuello, tragaste saliva algo asustado hasta que Gehrman y la Muñeca intervinieron.

- María, basta - advirtió Gehrman.

- No lo entiendes Gehrman, mi cuerpo fue profanado, un castigo debe ser aplicado.

- ¿Podrías vestirte por lo menos?

María se percató de que tenía todo el pecho al descubierto y se empezó a poner roja como un tomate para luego volver al taller.

- Buen cazador, te traje tus ropas.

- Vaya, gracias Muñeca, lo agradezco mucho.

Te empezaste a poner tus ropas mientras la mujer llegaba ahora con sus ropas de cazadora.

- Novato, espero que tengas una buena excusa.

- Ni yo sé porque desperté contigo durmiendo a mi lado.

- Excusas, de seguro aprovechaste que estaba ebria para tomarme por sorpresa y aprovecharte.

- ¡No es así María, yo no recuerdo nada de anoche o la hora que sea en este lugar!

- ¡Suficiente! - Gehrman alzó la voz silenciando a ambos cazadores.

- Gehrman...

- ¡He dicho suficiente! Parecen un par de niños.

Guardaste silencio al igual que María. Gehrman los miró fijamente con una impresionante frialdad.

- María, estás malinterpretando la situación, lo que en realidad pasó es que ambos se terminaron toda la botella de vino, el alcohol les hizo efecto bastante rápido, no eran conscientes de eso y siguieron bebiendo hasta estar tan ebrios que terminaron haciendo el amor de una manera desenfrenada, parecían conejos en celo.

Te pusiste rojo como tomate al igual que la mujer que se cubrió el rostro con su gorro. De la vergüenza no podías mirar a alguien. María se dió la vuelta para que no le vean la cara mientras que tú te tapabas la cara con tu gorro de cazador.

- Y no se hagan los avergonzados, si estuvieron gimiendo y gritando de placer durante quien sabe cuánto tiempo entonces pueden por lo menos mirarme a la cara.

Ninguno hizo tal acción, Gehrman volvió a suspirar.

- Si me necesitan estaré leyendo, nos vemos.

El anciano se fue de vuelta al taller dejando a unos avergonzados cazadores y a la tranquila Muñeca. Te sentaste en el suelo aún cubriendo tu rostro mientras que María se quedaba en una esquina de espaldas.

- Buen cazador, ¿Ocurre algo? Gehrman ya se fue, puedes mirarme sin problemas - habló la Muñeca.

- Lo sé, solo es que... Aún estoy procesando lo que pasó, ¿Porque tuve que aceptar el vino? Que idiota fui - dijiste.

- Fue mi culpa, yo fui la que te ofreció el vino y eso terminó desencadenando en... Bueno, ya sabes - agregó María detrás tuyo.

Te volteaste sorprendido y algo asustado por la repentina aparición de la mujer, pero ella ya parecía más calmada, ella caminó hasta ponerse delante tuyo a unos cuantos centímetros de tu rostro.

- María, yo.....

- Shhh, no digas nada Novato - susurró María poniendo su dedo en tus labios.

- Pero yo...

- Ya se lo que me quieres decir.

- ¿Enserio?

- Si, quieres que te de la mayor paliza en todo en tu vida.

La cazadora desenfundó la Chikage a la vez que te ponías a correr en dirección a una de las tumbas.

- 1.... 2....3 - María empezó a contar.

Tocaste una de las tumbas y te fuiste a la Capilla de Oedon.

- 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 aquí voy.

María fue a una de las tumbas y también desapareció para luego aparecer en la capilla.

- Novato, sal y tal vez no te vaya a hacer tanto daño, solo un poco.

La cazadora buscó por toda la Capilla de Oedon sin encontrar nada al respecto, por lo que salió y vio algunas escaleras y una sonrisa se formó en su rostro.

- Muy bien, supongo que tendré que ir a buscarte.

Oíste como sus pasos se alejaban, saliste de detrás de una de las tumbas y te dirigiste de vuelta a la capilla, te aseguraste de no hacer ningún ruido pero por error tropezaste y el sonido de tu caída llamó la atención de María.

- ¡Ajá! Sabía que si fingía irme te iba a atrapar.

- Por favor María, ten piedad de mi.

- Lo pensaré después de darte lo que te mereces.

Te levantaste lo más rápido que pudiste y volviste a la capilla para irte por otro lado llegando a esconderte detrás de una carreta, suspiraste aliviado y escuchaste pesados pasos, diste la vuelta y viste a un hombre alto, corpulento y con un gran saco de tela en su lomo del cual caían manchas de sangre. Te alejaste un poco del hombre pero éste se acercó más y más hasta que decidió alzar el saco y golpearte con el hasta dejarte inconsciente. María llegó al lugar de donde provenían los ruidos y vio al hombre corpulento metiéndote inconsciente al saco.

- Oye, esa es mi presa, búscate la tuya - dijo María molesta preparando la Chikage.

El hombre no pronunció palabra alguna y golpeó con el saco a la mujer estrellándola contra la carreta lo que hizo que ella perdiera el conocimiento. El hombre agarró a la mujer y la puso también en el saco para luego desaparecer del lugar.

Continuará.....

Amor Entre Cazadores (Lady María x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora