Fuiste a Yharnam en busca de su milagrosa sangre para curar tu enfermedad, logras curarte, pero al salir de la clínica, todo ha cambiado, las bestias rondan por la ciudad, la sangre baña las calles al igual que los cadáveres, los "Cazadores" están c...
Mirabas a Gehrman, el anciano se quedó mirandote desde su silla, estaba pensando sobre cuál debería ser la opción correcta, rehusarte a dejar el sueño o despertar. Por un lado, olvidarías a María y todas sus enseñanzas y momentos que compartiste con ella, esa era el problema, no querías olvidarla pero estarías olvidando todo el dolor que te causó su muerte pero. Pero sentirías un gran vacío, ¿Cual es la opción correcta?
"Todo termina aquí.... Adiós Novato, gracias... Por todo, te amo."
Recordaste sus palabras antes de que se clave las espadas en el pecho, cuando su cuerpo cayó sobre tus brazos, la sangre... Su sangre, tiraste todas tus armas, te pusiste de rodillas, Gehrman suspiró pesadamente mientras se ponía de pie lentamente con su guadaña en alto.
- Te extrañaré Novato.
- Yo también Gehrman... Yo también, al menos sé que ella duerme tranquila y en paz en el más allá.
- Es bueno saber eso.
Sentiste el filo de la guadaña rozando tu cuello, respiraste hondo y exhalando de igual forma, Gehrman alzó su guadaña y de un simple tajo te decapitó rápidamente, tu cadáver sin cabeza cayó desplomado al suelo.
"Te quiero Novato, adiós... Gracias por darme tu amor como yo te di el mío, ahora se libre y vive tu vida como se te apetezca, ten un dulce despertar."
Tuya eternamente, Lady María de Cainhurst.
Despertaste repentinamente en una cama muy elegante, miraste a tu alrededor, elegancia por todos lados, el relucir era de admirar, te intentaste ponerte de pie, tenías una prótesis en tu brazo derecho y pierna izquierda. Caminaste un poco hasta encontrar algo de ropa levemente elegante, te las pusiste y decidiste salir de esa habitación no sin antes pisar algo, te fijaste lo que pisaste y lo levantaste, era un gorro similar a los de una cazadora, era de cuero negro y su rasgo más destacable era la de una pluma plateada.
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- ¿Me quedará bien? - te preguntaste viendo el gorro para luego ponertelo.
Te miraste en un espejo cercano y te quedaba bien, con estilo y elegancia. Decidiste dejártelo puesto y saliste de la habitación solo para que cuando salgas sintieras una mano tocando tu hombro derecho, te diste la vuelta curioso pero no había nada ni nadie, estaba solo en la habitación u hogar.
- ¿Porque siento que me libré de unos pesados grilletes? Se siente bien y... No lo sé, supongo que tendré que ir a desayunar.
Antes de preparar el desayuno fuiste al baño e hiciste tus necesidades. Al salir, ya aseado fuiste directamente a la alacena buscando café y convenientemente lo encontraste, sonreíste y lo preparaste sin preocupaciones o algo similar. Al terminar lo dejaste en una mesa cercana para empezar a buscar algo para acompañar la bebida pero fracasaste por lo que tuviste que tomar el café solo.
Al terminar limpiaste el poco desastre que hiciste, en plena limpieza escuchaste como golpeaban la puerta.
- Un momento.
Pero los golpes seguían, terminaste de limpiar y fuiste hacia la puerta, la abriste viendo a una mujer alta, de casi dos metros, piel pálida como la nieve, ojos color esmeralda y facciones muy definidas, vestía ropas oscuras poco elegantes pero aún tenían cierto aire de elegancia, en sus manos llevaba unas maletas que se veían bastantes pesadas.
- Disculpe señor por molestarlo, soy una estudiante de intercambio, vengo de la fría tundra de Rusia, a partir de ahora seré su compañera de piso. - dijo la mujer.
- ¿Eh?
- Como escuchó, me llamo María, un placer conocerte.
- El placer es mío mademoiselle, espero que nos llevemos bien. - le dijiste a la mujer para luego introducirte.
María sonrió, le abriste la puerta y ella entró. Ella miró asombrada el lugar.
- Hay una habitación a unos cuantos pasos de aquí, solo debes ir derecho y luego doblar a la derecha.
- Gracias. - agradeció la hermosa mujer.
Ella siguió tus instrucciones y entró a la habitación, sentiste algo en le pecho, una ligera sensación de calor.
- María, siento que ya nos conocimos... No, estoy exagerando, nunca en mi vida logré conocer a una mujer tan bella como ella.
Fin.
Logro desbloqueado: Reencuentro.
Aún quedan más finales, ¿Quieres desbloquearlos? ¿Si o No?
