Capítulo 3

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El comandante Magath terminó de darles las últimas instrucciones sobre la misión, era hora de adentrarse a la Isla Paradis para infiltrarse dentro de las murallas y encontrar a su objetivo

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El comandante Magath terminó de darles las últimas instrucciones sobre la misión, era hora de adentrarse a la Isla Paradis para infiltrarse dentro de las murallas y encontrar a su objetivo.

Todos estaban decididos, cumplirían su misión y todos volverían a casa.
Con esa motivación en mente, todos montaron a sus caballos y cargando sus equipajes se adentraron a la isla a la que el mundo tanto temía.

—La noche está cayendo, debemos de detenernos aquí —mencionó Marcel con voz lo suficientemente alta para que sus compañeros escucharan, pues estaban algo separados entre ellos.
Habían pasado algunas horas de que empezaron el viaje y estaban agotados.

—Deberíamos viajar de noche para evitar encontrar a algún titán —dijo Annie, deteniendo con dificultad a su caballo— Puede ser peligroso avanzar durante el día, sería lo mejor, ¿no?

—Todavía estamos muy lejos de las murallas, los caballos deben de estar exhaustos —habló Lynna mirando hacia la dirección en la que debían ir, aunque casi no se veía nada— Hay que esperar a que repongan su energía y continuaremos antes del amanecer.

—¡Es cierto! —dijo Reiner, que al igual que Annie tenía dificultad para controlar al animal que montaba— Si hacemos eso, llegaremos a las murallas mañana al atardecer.

—Además no veríamos nada y nos podríamos desviar —dijo Bertolt.

Se colocaron en el prado y antes de que cayera la noche lograron hacer una fogata, luego de comer algunas cosas enlatadas que habían traído de su nación, se quedaron dormidos.
Lynna fue la que menos durmió, iba a hacer guardia para despertarlos antes del amanecer, y eso hizo; estando despiertos ningún titán los tomaría por sorpresa, estaban alerta a todo.

—¿Cuánto falta para que amanezca, Lynna? —preguntó Marcel mirando de reojo a la rubia mientras comía aquel improvisado desayuno que habían preparado al rededor de las seis de la mañana— No quiero que por atrasarnos se haga de día.

—No más de media hora, pronto será el momento de avanzar —respondió la mencionada para dar un largo y pesado bostezo— pero tampoco hay que apresurarnos, estaremos bien.

Dicho eso, Lynna dejó caer su cabeza en el hombro de Marcel para dormir una siesta antes de retomar el viaje, éste sonrió al ver el tranquilo rostro de su amiga, recordando que Porco confesó estar enamorado de esa rubia.
Su gemelo podía pasar horas diciendo lo linda y talentosa que era Lynna, aunque negaba tener sentimientos por ella cuando se lo preguntaban.

—¡Lo siento, Reiner! —sollozó Marcel derramando lágrimas de impotencia, le había mentido a todos y eso no era propio de él— ¡Hablé bien de tí y mal de mi hermano al ejército para así protegerlo, no quería que muriera!

La chica que estaba en su hombro lo miraba con curiosidad, alzó su cabeza para entender la situación, al parecer se había dormido algunos minutos y se perdió parte de la conversación que estaban teniendo Reiner y él.
Aunque comprendió de inmediato que Marcel estaba siendo sincero con sus compañeros, admitiendo que alteró la decisión sobre los guerreros.

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora