Capítulo 31

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Por más que Armin intentaba que su caballo fuera más veloz, no lo lograba

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Por más que Armin intentaba que su caballo fuera más veloz, no lo lograba.
Faltaban muchos kilómetros, pero él tenía prisa de regresar a la cabaña; deseaba arrodillarse frente a Lynna y pedirle perdón por ser un imbécil.
¿En qué estaba pensando cuando decidió ver a Annie, que es una roca inmóvil, en lugar de ver a su amada Lynna?

Tenía que atravesar prácticamente todas las murallas, un caballo no era tan veloz como aquellos llamados "vehículos" que los de Marley también querían construir.
Estaba distraído, no podía ni siquiera pensar en una excusa para decirle a Lynna. Ella merecía la verdad.

Estaba a punto de oscurecer, los lindos colores del atardecer estaban claros en el cielo. Debía dar una buena explicación si no quería problemas, pero enfrentarse a Levi no parecía tan importante ahora, solamente quería ver a Lynna Grice.

—¡Armin! —exclamó Mikasa en cuanto lo vió llegar, el rubio venía agotado y sudado, y había llegado a toda velocidad.

—L-Lo siento... —jadeó Armin cansado, bajando de su caballo para proceder a amarrarlo— Me ausenté sin avisarle a ninguno de ustedes, lo siento mucho.

—Estábamos preocupados, me dijo Eren que ayer no ayudaste a... —Mikasa habló sin pensar, pero Armin la interrumpió cuando entendió lo que quería decir.

—¡Lo sé, lo sé! —repitió— ¿Está en la cabaña? Necesito hablar con ella.

En ese momento, la puerta de la recién mencionada cabaña se abrió, dejando ver a Lynna Grice. Tenía el cabello suelto, y su mirada ámbar brillaba gracias a la luz del atardecer; esos ojos miraron a Armin con asombro, como si no lo hubiera visto en meses.

—Los dejaré solos, supongo... —habló Mikasa, que no terminaba de aceptar a Lynna de vuelta a su círculo, y mucho menos le agradaba la idea de que de nuevo fuera cercana a Armin y Eren.

—¿Estás bien? —preguntó la rubia proveniente de Marley, acercándose lenta pero amistosamente a Armin sin quitarle la mirada de encima— Estaba muy preocupada, ayer no apareciste por ningún lado y hoy solamente ahora.

—Lynna, yo... —no tenía idea de cómo decirle la verdad, no era más que un maldito cobarde— Lo siento por lo haberte ayudado con el equipo, tuve un imprevisto y me fuí sin avisar...

—¡No te preocupes! —respondió Lynna risueña— Eren me ayudó, hoy practiqué un poco más y creo que ya lo domino muy bien. Siempre fuí muy buena para mantener el equilibrio, ¿lo recuerdas? Como cuando Annie me intentó derribar durante los entrenamientos, pero no lo logró. Ese día me sentí muy fuerte.

—Oye, Lynna... —dijo Armin con la voz temblorosa— Ya que estamos hablando sobre Annie, quería decirte que... Bueno, sentí las ganas de verla, tenía muchas ganas de estar ahí, tu entiendes, ¿no?

No sabía si era porque el sol ya estaba oculto tras las montañas, pero los ojos de Lynna habían dejado de brillar.
El corazón de la rubia dolió, y no tenía idea de por qué. No debía importarle, él podía hacer lo qué quisiera, entonces... ¿Por qué estaba doliendo tanto?

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora