Capítulo 40

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La Legión de Reconocimiento, junto con la familia entera de Sasha, además de Falco y Nicolo, estaban encarcelados en la misma celda del cuartel general

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La Legión de Reconocimiento, junto con la familia entera de Sasha, además de Falco y Nicolo, estaban encarcelados en la misma celda del cuartel general.

Durante la última hora habían estado escuchando a Yelena, que les dijo el verdadero plan de Zeke: erradicar sin violencia a todos los eldianos, para que no haya más odio en el mundo; el plan era que ya no pudieran reproducirse.

La lección hubiera continuado si un par de soldados no hubieran entrado corriendo, empujando todo a su paso mientras sostenían sus armas.

—¡Debes venir ahora, Yelena! —habló uno de ellos, alterado— ¡Es urgente!

—¿Por qué tanto alboroto? —preguntó la mujer de gran altura y cabello rubio corto como un casco.

—¡Hay un infiltrado, el enemigo está aquí, es el Titán Carguero!

—Fue por Lynna Grice, ella la encubrió.
El señor Jaeger dió la orden de buscarla por todo el cuartel y asesinarla —dijo el otro soldado que recién había entrado.

Yelena estaba sorprendida, pero no tanto como los de la legión. Por una parte, eso significaba que Marley había llegado para atacar a la Isla Paradis. Pero, por otro lado, si Lynna los ayudó a infiltrarse, significaba que los había traicionado una vez más.

—¿Por qué...? —musitó Armin, tratando de entender los principios éticos que regían a su novia, los cuales no terminaba de comprender en absoluto.

—Hermana... —dijo Falco preocupado.
¿Habían ordenado matarla, de verdad?

Mientras tanto, los soldados subían las escaleras escoltando a Eren Jaeger, quien era acompañado por Pieck y Gabi.
Pero algo andaba mal, Eren tenía un mal presentimiento. Entonces se detuvo en seco, haciendo que el resto también se detuviera, y miró hacia atrás.

Sus ojos se encontraron directamente con los de Lynna, que la tenía a sólo un par de metros. Se quedó observando sus ojos, como si estuviera tratando de leer algo en ellos. Por su parte, la rubia lo miró incrédula; había contenido la respiración, como si eso pudiera hacerla invisible, pero sentía su corazón palpitando con rapidez.

Podría jurar que vió una pequeña sonrisa en el rostro de Eren, entonces sin más, él siguió con su camino.
¿Era un maldito miope que no veía ni lo que tenía cerca, o la reconoció pero decidió no hacer nada?

—Bien, aquí estamos... —habló Eren finalmente, dándole con la mano una señal a sus soldados de alinearse alrededor de Pieck y Gabi, con las armas apuntando— Muéstrame al enemigo.

Pieck se paró cerca de la orilla, respiró profundamente y después se giró en dirección a Eren, apuntándolo con el dedo.

En ese momento una bala, que había salido de la escopeta de Lynna, atravesó el pecho de Eren.
Pero bastaron un par de segundos para tener las armas de todos los Jaegeristas apuntándola a ella, listos para matarla por haber atacado a su líder.

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora