Capítulo 4

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El viento antes del amanecer era más frío de lo usual, los vellos de todo su cuerpo se erizaron con el ambiente de aquel sitio desconocido

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El viento antes del amanecer era más frío de lo usual, los vellos de todo su cuerpo se erizaron con el ambiente de aquel sitio desconocido.
Estaba desorientada, no reconocía ese lugar y el hecho de que seguía oscuro no le ayudaba demasiado; escuchó pasos cerca de ella, pero por más que intentaba encontrarlos seguía sin ver.

De pronto todo fue tan claro como el cielo reflejado en el mar, el suelo se empezó a elevar lentamente y de él salió una criatura de cinco metros de altura, de cabellos largos obscuros y una mandíbula bastante grande, era uno de aquellos demonios a los que llamaban titanes; esa cosa estaba frente a Lynna, pero le fue imposible moverse, sólo observaba a aquel ser estando completamente en shock.
No respiraba, sus extremidades no reaccionaban y los latidos de su corazón eran bastante acelerados.

Esa criatura tomó a su compañero, el cual apareció de la simple nada en ese escenario, y lo metió en su gigantesca bocaza para comérselo, masticando una y otra vez cómo si no hubiera comido nada en sesenta años o más.
La sangre de Marcel, su compañero que era devorado, salpicaba por todos lados manchando el pastizal, incluso algunas gotas cayeron sobre Lynna Grice, que era la única espectadora de esa escena.

—¡MARCEL! —finalmente su cuerpo había reaccionado, y aunque pesaba mucho hizo lo posible por extender su brazo como si de esta forma evitara lo que ya era inminente: la muerte.
El grito fue tan desgarrador que quien lo escuchara creería que era alguien sufriendo en el infierno, y era cierto.

Inclinó su cuerpo hacia adelante y se encontró con el otro lado de su cama, su respiración era agitada y su cuerpo entero estaba bañado en sudor.
Con los ojos bien abiertos miró todo a su alrededor intentando asimilar lo que había pasado, mientras trató de regular su respiración colocando una mano sobre su pecho, donde sentía que su corazón latía rápidamente.

—Otra vez esa pesadilla... —musitó.
No era la primera vez que tenía ese sueño, desde que se infiltraron a las murallas hace casi tres años aquellas imágenes aparecían mientras dormía, por suerte no eran constantes, pero despertaba del mismo modo.

Se sentía como la peor escoria del mundo, la culpa la atormentaba y lo único que podía decirse a sí misma era: «Todo es por nuestra misión».
Sí, era tan sólo una joven de doce años de edad, pero era una cadete de Marley que debía cumplir su objetivo.

Ese día era diferente al de los demás, hoy avanzarían a la siguiente fase de la misión que los tenía ahí.
Todo este tiempo que llevaban sirvió para investigar al enemigo, incluso fue sorprendente ver lo atrasados que estaban en tecnología, además de la falta de información sobre el exterior; aunque eso ponía a los infiltrados en una gran ventaja, no los descubrirían.

Todo indicaba que el Titán Fundador estaba en la familia real, debían de acercarse al rey de las murallas para investigar, y si lo tenía, robárselo.
La única forma de acercarse tanto al interior, específicamente a Mitras, era uniéndose a la Policía Militar; esto les llevaría tres años de entrenamiento en el ejército, además de que sólo los diez mejores logran entrar a esta sede.

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora