Capítulo 43

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Había pasado aquella noche llorando, y por más consuelo que le intentaron dar, nada fue suficiente

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Había pasado aquella noche llorando, y por más consuelo que le intentaron dar, nada fue suficiente. No había caído en cuenta de lo importante que era Porco para ella hasta que lo perdió, pero más que eso, lo que le dolía realmente era saber que ella misma lo asesinó brutalmente.

Sentía náuseas de sólo imaginarse a sí misma convertida en titán, devorando cruelmente a su antiguo amado.
Había visto cientos de veces a titanes devorando personas, e imaginarse que ahora esa sangre y ese desmembramiento lo vivió Porco por culpa suya la hacía simplemente perder la cabeza.

Lloró hasta que se quedó dormida una vez más, así que no notó cuando llegó Hange Zoe para hablar con la legión.

—Despierta, mi amor... —susurró Armin, mientras acariciaba con delicadeza el rostro de Lynna; cuando vió que ella despertó, dejó cortos besos en su frente, su nariz y sus labios— Ya pasaron varias horas desde que te dormiste, ahora vamos a desayunar para recuperar la energía.

—Vayan sin mí... —pidió Lynna, y sus ojos volvieron a juntar lágrimas— No tengo ganas de salir, no tengo apetito.

—Necesitas alimentarte, además... —dijo Armin, y después miró hacia la entrada del dormitorio donde estaban los otros dos Grice— Tus hermanos no se terminan de adaptar a nosotros, será mejor que los acompañes para que no estén tan incómodos, también deben comer.

Lynna finalmente cedió, entonces se levantó y se vistió igual que todos: una camisa blanca de botones y unos pantalones de color negro. Cepilló su cabello y lo dejó suelto, entonces y a pesar de sus ojos hinchados, se dispuso a salir.

En el camino, le contaron a Lynna lo que había sucedido con Hange. El plan era detener a Eren, buscar hablar con él para que entre en razón; para eso, por primera y única vez, se habían aliado con los guerreros de Marley.

Se dirigieron al centro de la ciudad, en donde había un gran escándalo por la celebración de su triunfo ante Marley.
Todos, sin excepción, apoyaban las acciones de Eren Jaeger, por más inhumano que fuera el genocidio.
Se escuchaban por todas partes a gente gritando «Entrega tu corazón» o «Eren nos llevará a una nueva era».

—¿Y todos estos locos qué? —preguntó Colt, mirando con desprecio a las personas que pasaban a su alrededor.

—Disimula un poco, los Jaegeristas están tras nosotros porque intuyen que vamos a ir contra Eren —regañó Jean al hermano mayor de Lynna, lo que hubiera parecido imposible que pasara hace algunos años.

—¿Está bien tardar tanto? —preguntó Sasha preocupada, pues sabían que allá afuera el Titán Fundador no tardaría en aniquilar a la población entera.

—Si vamos ahora sería literalmente un suicidio colectivo, no nos podemos poner de pie siquiera —contestó Mikasa mientras tomaba asiento en una gran mesa de madera que había ahí.

Las calles estaban llenas de gente, y por eso habían puesto varias mesas grandes enfrente de decenas de puestos comerciantes que vendían comida.

—Parece que ahí venden tartas, nos caería bien comer algo dulce... —dijo Armin mientras observaba de lejos los puestos, intentando distinguir los sabores— Cariño, la de frutos rojos es tu favorita, ¿te compro esa o se te antoja alguna otra cosa?

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora