Capítulo 34 [+18]

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Después de largas horas de viaje cada integrante de la legión vistió su traje más elegante, estaban más que listos cuando el barco finalmente tocó puerto en las costas de Marley

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Después de largas horas de viaje cada integrante de la legión vistió su traje más elegante, estaban más que listos cuando el barco finalmente tocó puerto en las costas de Marley. O quizá no tanto.
Desde la cubierta observaban a toda la variedad de personas que caminaban por ahí, algunos paseando, otros comprando, otros descargando de sus barcos; había todo tipo de gente, sin duda era algo nuevo para ellos.

—¡Somos los primeros de las murallas en conocer el mundo exterior! —exclamó Connie emocionado, que junto a Sasha parecían volverse locos juntos.

—No mencionen las murallas en público, idiotas... —regañó Jean, pero fue ignorado por sus dos mejores amigos.

—Bajaremos primero, los veremos en un momento —le indicó Onyankopon a la comandante Hange Zoe, y después fue seguido por Yelena y por Lynna.

Aquella vibra de Marley era hermosa, Lynna siempre la había disfrutado ya que pocas veces estuvo allí.
Un eldiano cualquiera no podía acceder a esos lugares, pero tener a un guerrero como prometido le dió ciertas libertades a Lynna en aquel tiempo.
Hacía ya dos años de eso, todo había pasado tan rápidamente.

—Mantén tu perfil bajo, alguien podría reconocerte —mencionó Yelena.

—Ya lo sé, no me lo tienes que repetir.
Onyankopon, ¿cuándo llega el auto?
Todos están llamando mucho la atención.

—No debe tardar, espero... —suspiró Onyankopon, tapando su cara con vergüenza, intentando decir «No conozco a estos tipos».

—¡¿Eso es un caballo?! —gritó Connie emocionado, como un niño— ¡¿Es un caballo de metal?! ¡Es increíble!

—¡Señor! —exclamó Sasha— ¡¿Qué es eso que vende?! ¡¿Es rico?!

—Es helado, señorita. Es delicioso, pero debe comerlo con cuidado porque es muy frío, ¿quiere? —ofreció el señor que tenía un puesto de helados junto a la calle.

Lynna vió de lejos cómo Connie le daba al automóvil una zanahoria, mientras todos los residentes locales lo miraban como si estuviera loco.
Armin se acercó a Lynna con un helado, sonriendo de oreja a oreja después de haber probado semejante sabor.

—¡Me encanta el helado! —habló Lynna, y comió con gusto— Hay muchos sabores para elegir, siempre quise que probaras uno pero no sabía cómo cocinarlo, es más fácil comprarlo ya hecho.

—No me molestaría quedarme a vivir aquí en Marley, sólo si logramos la paz, por supuesto —dijo Armin.

Pero esas palabras emocionaron mucho a Lynna, había infinidad de cosas que quería enseñarle a Armin, miles de lugares por recorrer y miles de culturas por conocer; sólo si lograban ser libres.

—¡Come tu helado rápido, hay algo que quiero hacer contigo! —habló Lynna.

—Algo indecente, espero —rió Armin, que disfrutaba de poner nerviosa a su novia, pues su reacción siempre era única.

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora