Capítulo 32

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Aquel era un hermoso día, soleado y con el clima perfecto para un buen día

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Aquel era un hermoso día, soleado y con el clima perfecto para un buen día.
Un joven de dieciocho años, de cabello corto y castaño, se arrodilló frente a una lápida que decía "Familia Grice", que tenía la inscripción de "En memoria de Lynna Grice", quien fue su prometida.

No había visto su cuerpo, a veces aún tenía esperanza de que estuviera viva, pero tras perder sus navíos enviados a la Isla Paradis, Marley declaró a todos los exploradores como fallecidos.
Conociendo la historia de Lynna, y sabiendo que los de la isla la matarían al verla, entonces ya no tenía vida.

—Aún te extraño... —susurró Porco con una sonrisa melancólica, colocando un ramo de flores blancas— Te juro que no hay un día en que no deje de pensarte...

Porco se miró la mano izquierda, viendo relucir su anillo de oro, el cuál usaba a pesar de jamás lograr su casamiento.
Ese mismo anillo brillaba también en la mano de Lynna, que en ese momento, a la luz del sol, resplandecía.

Habían pasado algunos días desde que Lynna y Armin habían tenido lo suyo, y desde entonces ninguno de los dos se dirigía la palabra. Por desgracia para ellos, Connie se había tomado la noble tarea de contarle lo que vió a todo el mundo, tanto que hasta el capitán Levi estaba enterado de aquel beso.

—Porco... —musitó Lynna con tristeza, mientras observaba aquel anillo y se acordaba de los momentos junto a su prometido— No sé qué debería hacer, ¿te veré de nuevo algún día, o puedo estar con Armin a partir de ahora?

¿Por qué demonios lo estaba dudando?
Ella estaba comprometida, felizmente comprometida con un hombre que la amaba plenamente, pero que parecía tan lejano en aquel instante.
Había sido igual con Armin, lo superó sabiendo que no lo vería de nuevo, y aún así él apareció en su vida.
¿Verdad...?

—¡No lo permitiré! —se dijo Lynna a sí misma— No me importa si hago que todos me odien de nuevo, ¡me niego a volver a tener algo con Armin Arlert!

Ahora que el puerto había terminado y el tren estaba a más de la mitad de su construcción, pronto tendrían la visita de Hizuru en la Isla Paradis.
Tal vez así, como una vaga idea, Lynna podría regresar a Marley negociando su libertad con el clan Azumabito.

—¿Quieres que te ayude a escapar de la isla, sólo porque no quieres ver más a tu ex-novio? —preguntó Onyankopon con una sonrisa, después de escuchar a Lynna con atención creyendo que le estaba diciendo algo más serio.

—¡No estoy jugando! —exclamó la rubia casi en reclamo, sintiendo vergüenza por verlo desde esa perspectiva— Confío en tí, los dos fuimos traídos a la fuerza, pero ahora necesito tu ayuda para volver a Marley..., para volver a mi hogar.

—Es más complicado que eso, Lynna. Recuerda lo peligroso que es Marley, por un momento deja de ver tus problemas personales y mira la situación: tienen poderes titánicos, armas modernas y cuando acabe la guerra tendrán el resto de países apoyándolos.

Shock; Armin ArlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora