Capítulo 4

109 19 155
                                    

Clío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Clío

Las clases han terminado y vamos caminando hacia la salida trasera de la Universidad. Le avisé al piloto del pequeño autobús que me iré en el segundo viaje, que sería en dos horas. Observo como Atlas se coloca encima de su gorro, la capucha de su chaqueta. Honestamente no comprendo si lo hace para que las personas no lo observen, o por alguna otra razón.

Al llegar a la acera de la salida, Atlas se detiene y observa todo su alrededor, lo escanea minuciosamente y yo solo lo observo entre confundida y extrañada, más no opino. Claramente su humor cambia radicalmente siempre que da un paso fuera de la universidad, sus hombros se tensan, su mandíbula se aprieta y sus puños se cierran fuertemente; de alguna manera su postura es un claro signo de defensa. Toco suavemente su hombro, para que se dé cuenta de que seguimos con él; se voltea y me da una sonrisa tensa.

—La papelería queda a unos veinte minutos— empieza Atlas— Lo mejor sería ir y venir lo antes posible, para no estar tan tarde por esas calles— explica y toma a Sol de mis brazos— Todas las calles de aquí son peligrosas, por lo que, si en algún momento llega a suceder algo extraño o yo noto algo fuera de lo normal, rápidamente tomas a la niña y regresar a la Universidad.

Sé que no vivimos en el lugar más seguro del mundo, normalmente se escuchan a muchos hablar sobre robos, extorsiones y hasta asesinatos. Lentamente muevo mi cabeza en señal de afirmación y él comienza a caminar con Sol, quien se siente un poco mejor, pero aún se encuentra un poco pálida.

Cruzamos la calle principal al notar que ha dado luz verde; Atlas camina sumamente rápido por lo que tomo de la manga para no quedarme atrás.

Veo como parece darse cuenta de que va demasiado rápido y baja un poco la velocidad.

—Lo siento, es solo que la costumbre aparece de vez en cuando— comenta riendo de manera tensa— Vamos.

Caminamos durante diez minutos de una manera un poco más lenta y Sol está a segundos de volverse a dormir. Atlas no para de observar de lado a lado de una manera bastante estresante.

— ¿Qué te incomoda tanto? Entiendo que sea un barrio peligroso, pero no es para tanto— le comento y el frunce el ceño, como si supiera algo que yo no.

—Llevamos a una niña con nosotros, no voy a ponerla en peligro— contesta bastante serio.

—Lo sé, pero hay pocas personas y no es tan tarde todavía— le respondo en el mismo tono— Pero está bien, puede que tengas un poco de razón.

Seguimos caminando un poco más y de un segundo para otro, Atlas se pone en posición de defensa y trata de ocultar su rostro con el cuerpo de Sol. Sin darme tiempo a reaccionar, toma mi mano y me jala hacia él. Caminamos rápidamente como si estuviéramos escapando de algo.

—Atlas, para— le pido al sentir que algo no va bien— Atlas.

Vuelvo a llamarlo y parece como si no fuera capaz de escuchar lo que sucede a su alrededor. Lo intento nuevamente, pero él parece solo estar enfocado en ponernos a salvo; dejo mi cuerpo estático para que reaccione al ver que no lo sigo. Necesito respuestas.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora