Capítulo 30

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Clío

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Clío

— ¿Dónde lo dejaste?— le pregunto a Sol intentando encontrar, nuevamente, su gancho de sol. Ella está haciendo pucheros ya que no sabe dónde está y yo tampoco.

Nos encontramos en su habitación buscando por todos lados su gancho, pero algo me dice que seguramente está en el jardín ya que ahí estaba jugando hace unas horas.

Ya han pasado dos días desde la pelea con Atlas y a duras penas nos dirigimos la palabra. Es bastante incómodo y me encuentro bastante triste. Dormir ha sido toda una pesadilla con él a mi lado, ya que dormimos cada uno en una esquina. Atlas se encuentra bastante frustrado y me atrevo a decir que por primera vez está de un muy mal humor, no con nosotras, pero si con todo lo que lo rodea.

Ambos tenemos una gran tensión entre nosotros y la única que logra tranquilizarlo es Sol. Es bastante estresante todo lo que está pasando, pero confío en que podremos superarlo, es solo que ambos necesitamos tiempo para nosotros mismos.

Hable un rato con la Señora Marta y con sus palabras logré sentirme un poco mejor, ella me dijo que claramente la situación que estamos viviendo es tan angustiante y agobiante que los problemas en pareja son algo que estarán a menudo, pero que debemos de aprender a salir de ellos, por muy difícil que sea.

— ¿Qué buscan?— pregunta Atlas sin mirarme, ingresando a la habitación. Sol sale corriendo hacia él y le cuenta que ha perdido su gancho, él asiente hacia ella y comienza a buscarlo con ella. Me quedo observándolos y suspirando resignada, salgo de la habitación, pero me detengo en medio del pasillo al escuchar a Sol susurrarle algo a Atlas.

Tlas— lo llama mi hija en un bajo tono de voz— mamá está tliste— le dice y algo se aprieta en mi pecho al saber que hasta Sol se ha dado cuenta del ambiente en el que en este momento nos encontramos. Escucho perfectamente el suspiro frustrado de Atlas y me asomo un poco para poder verlos.

Él se agacha a la altura de mi hija y le acomoda un poco el cabello con delicadeza.

—Lo sé Sol— dice mirando hacia la pared— No es la única...— susurra eso y yo bajo mi mirada— Pero tranquila, de alguna u otra manera arreglaremos esto— dice dándole un intento de sonrisa, que mi hija con un poco de desconfianza le corresponde.

Decido bajar las gradas y cuando estoy llegando al nivel inferior, mi teléfono celular comienza a timbrar.

Hazel...

Dudo si contestar o no, ya que estoy segura de que hablaremos sobre lo de Atlas y honestamente no sé si es de algo que me apetezca hablar, pero recuerdo de que es mi amiga y podría ayudarme.

— ¿Aló?— contesto cuando el tono de llamada está a punto de terminar.

—¡Clío!— exclama ella en un tono entre feliz y preocupado— Hola linda, lamento llamarte hasta hoy, pero estuve un poco indispuesta— responde soltando una risa cansada.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora