Capítulo 20

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Clío

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Clío

Continúo limpiando sus heridas, lo bueno es que ninguna es tan profunda como para ir al hospital y a la vez que me sorprendo porque parece no dolerle para nada la curación, pero hace que una presión se pose en mi pecho al saber que lastimosamente está acostumbrado a hacerlo, por lo que ya no le duele.

En esta ocasión puedo estar yo para curarlo y ayudarlo, pero ¿Cuántas veces no le tocó hacer esto solo? ¿Cuántas veces no estaba totalmente dolido y tuvo que solucionarlo por sí mismo?

Su mirada se encuentra perdida y medio sonrío al terminar de vendarle su última herida, él se encuentra totalmente tenso y no me ha mirado ni una vez desde que empecé a curarlo. Parece perdido en sus pensamientos y sus ojos se encuentran totalmente oscuros, su mirada no demuestra nada, creo que ni siquiera está consciente de que me encuentro a su lado.

Tiene cuatro heridas, la de su pectoral, en su brazo izquierdo, sus nudillos y una pequeña en su cuello. Ninguna de ellas es algo para alarmarse, pero tampoco no son nada. Atlas está completamente en silencio y no se ha dado cuenta de que ya terminé con todo.

—Tú curas mis heridas y yo las tuyas— le digo para que reaccione, veo como sale de su trance y me mira— así funciona esto, un día yo estoy mal y tú me sostienes, al otro día tú estás mal y yo te sostengo. Estamos juntos en esto, ¿sí? Solo no te cierres a la situación— le pido y él suspira poniéndose la camisa de nuevo, aún sentado.

—Gracias— murmura suavemente— debes ir a dormir, has de estar agotada— dice mientras se frota los ojos.

—Tú también, vamos— le pido estirando mi mano y el niega.

—Debo de resolver algo antes— me dice y dejo caer mi mano mientras suspiro en resignación.

—Llega a dormir cuando termines— le pido y asiente sin verme a la cara. Salgo de ahí suspirando y no sé qué pensar por su silencio.

Sé que debo de ser paciente, está situación no es fácil para ninguno y debo de darle tiempo para que aclare sus pensamientos. No tengo idea de qué pudo haberle pasado al chico que peleaba con Atlas para que estuviera muerto. Mi cabeza me susurra una y otra vez que sé lo que sucedió, pero decido ignorarla para no crearme historias tontas en mi cabeza.

Entro a la habitación y veo que Sol está profundamente dormida. Me acerco a ella y lentamente me acuesto a su lado. Me quedo viendo hacia el techo en espera de Atlas, pero luego de dos horas en las que no aparece, decido salir a buscarlo ya que por cómo se encuentra, no deseo que esté solo por mucho tiempo.

Sin hacer ruido camino a pasos lentos y bajo las gradas al no verlo por ningún lado en el nivel superior. Se encuentra sentado en el piso viendo hacia la ventana con algo en su mano. Cuando me acerco a el veo la foto de un niño de aproximadamente un año, muy parecido a Atlas, aunque dudo que sea él por el color de ojos y el hecho de que la fotografía parece muy reciente.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora