Capítulo 32

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Narra Hazel

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Narra Hazel

Hoy los hombres se irán a las bodegas e intentarán encontrar algunas de las contraseñas que esos estafadores tienen y así podremos investigar un poco más.

Neizan, mi hermano, se quedará con nosotras en la casa de Clío, ya que él es lo más parecido a un cerebrito y estará manejando todo desde afuera.

Me encuentro ansiosamente feliz porque eso significa que estamos un poco más cerca de poder ayudar a todas las personas afectadas por la maldad de estos animales.

Sí, el término "animales" lo copié de Clío.

Toco el timbre varias veces y luego Atlas, con Sol en brazos, nos reciben en la puerta.

—Hola, hola, hermosuras— saludo abrazándolos a ambos al mismo tiempo. Ellos juntos son la cosita más bella que existe. Atlas se pone incómodo cada vez que lo abrazo, pero es algo que simplemente no puedo evitar.

—Hola Haz— dice Sol, tal cual yo pasé media hora la vez pasada enseñándole al ver que le costaba un poco recordar cómo decir Hazel.

—Hola Solecito— comento tomándola de los brazos de su papá. Sé que no es su padre biológico, pero la sangre pierde importancia cuando los actos hacen acto de presencia.

Beso el rostro de la niña hasta que comienza a reír y luego la dejo en el suelo para que vaya a jugar. Saludo a cada uno con un gran abrazo ya que me hace muy feliz verlos y me río al ver que Asier me ignora, como siempre.

Ese chico tiene un problema de aburrimiento, de ira o algo por el estilo, ya que cada vez que me ve, rueda los ojos cuando sabe que estoy feliz.

—Hola corazoncito— comento dándole un abrazo a pesar de su intento por alejarme, lo llamo así solo porque sé que lo odia y a mí me encanta hacerlo perder la poca paciencia que tiene— ¿Cómo seguiste con tu falta de paciencia?— pregunto sin soltarlo y él se remueve incómodo.

Digamos que lo he visto varias veces ya que él sale a hacer ejercicio y no vive muy lejos de mi casa. Por lo que nunca es mal momento para hacerlo enojar.

—Aléjate de mí— dice separando cada sílaba lentamente— Hueles como a que acabas de restregarte en el pasto— comenta al oler mi perfume de rosas.

—Yo sé que te encanta mi perfume, pero temes decirlo— digo pinchando sus mejillas y él se aleja limpiando su cara— La próxima vez que te vea te daré un poco, tal vez así dejes de oler a mala vibra.

—Si sabes que no eres graciosa, ¿verdad?— dice sacudiendo su traje, como si lo hubiera manchado.

—No estoy aquí para contar chistes, estoy aquí para deslumbrarte con mi belleza— bromeo en tono engreído y él rueda sus ojos para luego darme la espalda.

Camino hacia Clío, quien se encuentra dejando unos bocadillos en la mesa y ella sonríe al verme. Atlas se encuentra del otro lado de la habitación, sin embargo no deja de verla con atención.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora