Capítulo 43

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Narra Atlas

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Narra Atlas

Salimos de donde nos encontrábamos y dirijo mi mirada hacia donde aún se encuentra César, amarrado a un árbol. Comienzo a pensar en qué debo hacer y sería algo que me encantaría preguntarle a Clío, lastimosamente ella no se encuentra en buen estado.

—Yo me encargo de él— comenta Asier a mi lado y me giro a verlo de manera pensativa. Ya no es mi asunto, ¿cierto? — Ve a buscar a Clío.

—Gracias— susurro y corro en la dirección donde Hercles me había informado que iría a proteger a Clío, las personas que venían a nuestro favor me hacen barrera hasta que logro llegar detrás de unos arbustos, donde veo que Hercles se encuentra con Lior tratando de que Clío despierte.

Esquivo todo de manera rápida y llego por fin hasta donde ella se encuentra. Mi respiración se detiene un segundo, no sé si por el hecho de que mis ojos por fin pueden verla o por la preocupación que nace dentro de mí al verla tan mal.

Acercándome reparo en su ropa y veo mucha sangre esparcida en ella, su rostro tiene demasiadas heridas, sus pómulos se marcan más de lo normal y hay una venda cubriendo su brazo.

—Atlas, su respiración está demasiado lenta. Tenemos que sacarla de aquí ya— comenta Lior y asiento— Iré a avisarle a los demás, cuídala mientras tanto, Hercles tú has guardia.

Me acerco a ella y me siento en el pasto, acercándola a mí para protegerla con mi cuerpo. Su rostro tiene moretones en los pómulos y la barbilla, con mis dedos retiro la sangre que tiene en su ceja y frente. Con mis manos repaso su rostro una y otra vez, sus hermosos ojos se encuentran cerrados y paso mi pulgar por sus labios al verlos extremadamente partidos. Veo la venda que tiene en su brazo y debido a que su blusa se encuentra un poco arriba logro ver que tiene una venda en su torso.

Verla no me da el alivio que creí que sentiría, ver a la persona que amas en el borde de la muerte sin duda es de los mayores miedos que se experimentan.

—Lo lamento tanto mi vida— le hablo con la voz débil— Perdóname por no ser lo que te prometí— le pido repasando con mi pulgar su sien una y otra vez— Sol te necesita, no puedes dejarla sola...— digo al ver que no responde— Yo... te necesito.

Chequeo sus latidos y el pulso va demasiado lento. Su respiración se hace pesada y solo le ruego una y otra vez que aguante un poco más. No puede irse, por muy egoísta que suene, no puedo hacerlo solo.

—Clío, tenemos muchas cosas que cumplir aún— le suplico asustado de no llegar a tiempo— Tenemos que construir la casa, llevar a Sol al colegio, incluso si tú quieres quizás podríamos...

Comienzo a divagar una y otra vez hasta que el llamado de Hercles me saca de mis pensamientos unos segundos.

—Atlas— llama Hercles y levanto mi vista hacia él— No puedes cargarla, la llevaré yo. Solo cuida el camino— me dice y no puedo evitar mirarlo con seriedad con el simple hecho de saber que él la cargará. Sé que tiene razón y que lo hace de buena intención, es solo que confiar no es lo mío.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora