Capítulo 14

83 16 116
                                    

Clío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Clío

—Atlas, o te duermes o te vas— exclamo molesta por el mal estado en que se encuentra, ya que no quiere dormir— tú decides.

Se supone que el día de hoy iría de regreso a casa, pero los puntos de sutura, de la herida de mi costado, están tardando en cicatrizar y la sangre continúa. Esto significa que no puedo irme, hasta que mi cuerpo comience a poner de su parte. Es por eso que ayer casi pierdo la conciencia de nuevo, ya que el dolor era muy fuerte.

Ha sido sumamente incómodo tener a Atlas a mi lado y aún más cuando se encuentra completamente serio y a la defensiva. No se ha alejado de mi lado, desde que llegue al hospital y el cansancio en su rostro me indica que no a dormido para nada, lo cual intento que haga, pero se niega diciendo que ya lo ha hecho.

Honestamente no me siento muy bien, el dolor de cabeza no cesa y mi costado hace que mi movilidad sea muy reducida, ya que cada vez que me muevo, siento como si la herida se abriera de nuevo.

—Te he dicho que ya he dormido, cuando tu estabas descansando también— responde viendo hacia otro lado, ya que sabe que si me mira a los ojos dirá la verdad.

— ¿Por qué no quieres dormir? — pregunto suavemente, para que baje un poco la guardia y me haga caso. Escucho como suspira y se sienta en la silla a mi lado, mientras frota su rostro con sus manos, una y otra vez.

—Clío— dice suspirando rendido, aún con sus manos en su rostro— no lograron capturar a ninguno de los agresores— me informa y me sorprendo, a la vez que el miedo reaparece en mí— me informaron que han intentado ingresar al hospital dos veces, sin embargo, no lo han logrado.

Me asusto por ambos, pero a la vez me alivia saber que Sol y la Señora Marta ya se encuentran seguras en casa. Ellas se han ido hoy por la mañana ya que Sol no se sintió mal en toda la noche.

— ¿Por qué no me habías dicho? — pregunto tragando en seco.

—No quería que te preocuparas más— me dice viéndome de reojo. Me quedo en silencio y al ver como vuelve a frotarse los ojos, siento mucho agradecimiento por saber que ha pasado estos días cuidándonos.

—Duerme un poco, por favor— le pido y me estiro un poco lentamente, para arreglar su cabello— yo me quedaré al pendiente, cualquier cosa te despierto— le digo continuando con la caricia que hace que se relaje— lo prometo.

Él me mira un poco reacio, pero al ver mi insistencia, asiente y se recuesta en la silla.

—Cualquier cosa que te parezca extraña, me avisas— pide y yo asiento, veo como revisa por última vez alrededor con su mirada, para por fin cerrar sus ojos, dejando su mano en el colchón.

Escucho como poco a poco su respiración se hace más lenta y minutos después, se queda profundamente dormido. Suelto un suspiro de alivio al ver que por fin se ha decidido a descansar, ya que no quiero que se enferme. Tomo su mano y dejo una suave caricia en agradecimiento por estar aquí para mí.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora