Capítulo 42

30 10 57
                                    

ADVERTENCIA: Este es un capítulo fuerte y con escenas bastante contundentes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ADVERTENCIA: Este es un capítulo fuerte y con escenas bastante contundentes. Van a ver un lado de Atlas que no conocían, pero que debido a la situación tuvo que salir. Atlas no es un ángel cuando nos referimos en cuanto a las personas que lastiman a su familia, recuerden eso. Si eres extremadamente sensible a cosas así, de corazón no recomiendo que leas esto.

Narra Atlas

Hercles y yo nos encontramos caminando directo a donde me señala el collar de Clío, logramos hacer un análisis de los lugares donde podrían encontrarse y cuando por fin nos acercamos a las direcciones de manera más específica, por fin logramos rastrearlos, ya que la antena lo bloqueaba solo a cierto diámetro.

Tengo un muy mal presentimiento sobre el estado de Clío y estoy a nada de volverme loco por ese mismo motivo. Hercles y yo vamos juntos, ya que hay muchas acciones que todavía no puedo hacer y no me puedo arriesgar a que, por mi estado físico, Clío siga en este lugar.

Llegamos por un lado externo a la bodega señalada por el rastreador y vemos que está rodeada de hombres, por lo que nos ponemos de acuerdo con Hercles y dispararemos desde la distancia para ganar ventaja.

—Yo derecha, tú izquierda— exclama Hercles y confirmo, cada uno lleva siete hombres y no dudamos en disparar desde los arbustos, donde los tomamos desprevenidos y claramente logramos matar a todos. Nuestras armas tienen silenciadores, para no alertar demasiado pronto a las personas que se encuentran dentro de la bodega.

Logramos llegar a la bodega y un chico de mi comando derriba la puerta, logrando que diez hombres salgan inmediatamente a atacarnos.

—¡Nosotros nos quedaremos aquí, ve por Clío! — grita Hercles abriendo paso para que pueda ingresar a la bodega. Disparo a tres hombres que van a atacarme y me coloco detrás de una columna cuando los disparos son demasiados. Necesito ser rápido para que Clío no salga herida por una bala perdida.

Me logro abrir paso siguiendo el rastreador que va directo a una puerta, disparo hacia el candado e ingreso deprisa. Rastreo todo el lugar y me doy cuenta de que no hay nadie.

Clío no está aquí. Maldita sea.

Ingreso a la habitación y en el suelo encuentro el collar que le di, lleno de sangre. Comienzo a buscar rápidamente alguna indicación que me diga dónde puede encontrarse y me alarmo al no tener ninguna pista.

Salgo rápidamente y me dirijo hacia el fondo de la bodega, donde veo que acaba de salir alguien. Rápidamente me apresuro a seguir a la persona y noto inmediatamente que conozco a la persona que sigo. Es el chico que dejó a Clío embarazada.

Sin pensarlo dos veces apunto un disparo directo a su pie y él cae al suelo. Lo tomo del cuello, con una mueca en mi rostro, ya que las heridas aún duelen y rápidamente lo pongo de pie para estamparlo contra la pared más cercana.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto intentando mantener el control. Ya de por sí lo odio por lo poco hombre que es, pero verlo aquí me dan ganas de matarlo.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora