Capítulo 40

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Narra Neizan

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Narra Neizan

—Danae— la llamo sentado en la esquina de la habitación, muriendo de sed y hambre, pero sin decirle para no preocuparla.

—Dime— susurra en esa entonación tan baja que me hace dudar si ha hablado conmigo o no. Se encuentra dejando un vaso de agua y una pequeña porción de pan en donde me encuentro. Eso es lo que comeré en todo el día y lo agradezco, ya que sé que no es fácil para ella conseguir esto.

Clío tenía una pulsera de plata y se la dio para que pudiera venderla y conseguir algo de comida. Gracias a esa pequeña pulsera no estamos muertos aún.

—¿Puedo preguntar algo sin incomodarte? — exclamo rascando mi nuca y ella frunce el ceño sin levantar la mirada, pero asintiendo— ¿Cómo llegaste aquí...? — dejo salir la pregunta de mis labios e inmediatamente me arrepiento cuando veo que sus ojos se ponen llorosos y desvía aún más la mirada.

—No necesitas saber eso— dice apretando sus puños nuevamente.

—Lo lamento— exclamo acercándome un poco a ella y veo como retrocede instintivamente. Sé hasta que distancia puedo llegar con ella, estos días he estado analizando sus acciones y sé que no se siente cómoda cuando estoy a menos de un metro de ella. Decido dar un paso más cerca de lo normal de manera lenta para que vea que no quiero lastimarla y mido su reacción. Cuando veo que no se aleja relajo un poco mis hombros— Cuando salgamos de aquí...— comienzo a decir con la poca esperanza que me queda— ¿A dónde irás? Me gustaría seguir sabiendo de ti — decido cambiar la pregunta, ya que deseo poder seguir viéndola.

Ella comienza a soltar una risa llena de histeria al escucha mi pregunta y veo como por primera vez me sostiene la mirada por más de dos segundos y me ve de una manera sorprendida, como si no creyera cómo es que acaban de salir esas palabras de mi boca.

—Neizan— susurra deteniendo su risa y volviendo a bajar la mirada— Cuando tú... salgas, no volverás a saber de mí— dice segura de sus palabras lo que me hace fruncir el ceño, planeo interrumpirla, pero no me lo permite— Mi vida no me pertenece, no puedo simplemente decidir irme y ya, soy esclava de esto y siempre lo seré. Crear escenarios en mi cabeza de cosas que no pasarán... dejaron de ser algo que haga desde la primera vez que intenté huir y recibí una paliza que me dejó herida por meses y de la cuál temí no poder volver a caminar. Si vas a pensar en un futuro, hazlo por ti mismo, pero no crees idealizaciones inalcanzables— termina por decir aún en un tono de voz bajo, pero lleno de resignación.

—Saldremos, juntos— exclamo intentando conectar mi mirada con la suya desde donde me encuentro y ella niega— ¿Por qué estás aquí Danae? — pregunto ya que debe de haber algo más— Por favor, dime— pido porque tengo la extraña necesidad de querer ayudarla.

—No tienes por qué saber eso— exclama intentando retroceder, parece querer huir, pero al mismo tiempo no querer hacerlo. Algo cruza por su mente y poco a poco levanta su mirada verdosa hasta hacer contacto con la mía y abro mis ojos impresionado por lo hermosos que se ven sus ojos desde cerca.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora