Narra Lior
Hace 3 días. El día que llegaron a las bodegas...
Mis hermanos están a salvo, mis hermanos están a salvo. Me repito en mi cabeza para tranquilizarme y dejar de sentir esta angustia que siento en estos momentos.
Odio tanto saber que esto iba a pasar y que fuimos unos imbéciles que nunca lo vieron venir. No es la primera vez que nos encontramos en una situación parecida, hemos vivido rodeados de problemas desde que éramos unos niños y aprender a lidiar con momentos como estos ya no es algo nuevo. A excepción del hecho de que esta vez mis hermanos y yo nos encontramos separados.
Observo mi herida de la pierna y niego con mi cabeza al saber que no tengo nada con qué curarlo, pero debo de encontrar una solución antes de que esto se complique un poco más.
Escucho el sonido de unos disparos y el estar acostumbrada hace que solo suspire y me recueste en la pared. Observo el banco de plástico que se encuentra en la esquina y cómo puedo, debido que cuando me lastimé la pierna, no solo fue algo externo, sino que estoy segura de que me doblé el pie; me acerco al banco para quitarle una pata. Con la esquina filosa que sobresale de la pared debido a lo antiguo que este lugar, raspo el pedazo de plástico hasta que logro formar una pequeña punta. No es de gran ayuda, pero si algo he aprendido es que cualquier cosa puede servir para defenderte, solo tienes que saber utilizarlo correctamente.
Escucho el cerrojo de mi puerta comenzar a abrirse y rápidamente me coloco en la pared lateral de la puerta para tener un buen punto de mira y poder movilizarme, para no quedar acorralada en la esquina de esta habitación. Cuando la puerta finalmente se abre entrecierro mi ceño al ver que poco a poco una chica con el cabello rubio oscuro, la tez pálida y heridas en su rostro, entra intentando no hacer ruido.
— ¿Qué haces?— pregunto sosteniendo con fuerza la punta que tengo detrás de mi espalda, debido a que no la conozco.
— Lo lamento...— comienza y veo que baja la mirada lo cual me desconcierta aún más— Eres... amiga de Clío, ¿no?— pegunta ingresando con lentitud y cerrando la puerta detrás de ella.
— ¿Cómo está ella?— pregunto rápidamente ya que el último momento en que la vi, se encontraba sangrando demasiado de su costado.
Sin contar el hecho de que todos presenciamos como le disparaban a Atlas directo al pecho a sangre fría. Si yo sigo estupefacta, no quiero pensar en cómo se encontrará ella ahora mismo.
Estar enamorada te añade muchas preocupaciones y más si es un amor como el que ella tiene o tenía, con él. De ese tipo de amores que te hacen sentir la necesidad de proteger al otro de cualquier dolor.
De ese tipo de amores que o te curan o solo te hacen más daño.
En la mayoría de los casos, o en el caso del que yo viví, es solo un recordatorio de no volver a caer por un hombre y mucho menos si lo único que sabe hacer es huir de lo que no controla.
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Entre Dos Soles
Romance[EN EDICIÓN] Atlas Traid conocía el significado de vivir el dolor en carne propia. Llevaba años escondido en un tormento repleto de oscuridad, soledad y mucho dolor. La vida no lo había tratado como esperaba, más bien lo había dejado abandonado a su...