Capítulo 36

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Clío

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Clío

Siento mucho frío en este momento.

Ya han pasado doce días desde que llegamos aquí y cada día siento que pasa a una velocidad más lenta. Cada vez la ración de comida es más pequeña y mis fuerzas son cada vez más nulas.

Siento las lágrimas bajar por mis mejillas sin autorización y me recuesto en posición fetal en el pedazo de tabla que tengo, abrazándome a mí misma. El frío que siento en este momento no es solo algo físico, sino que también siento mi corazón extrañamente distante.

Nunca había sentido tanta impotencia como la que siento en este momento. Estos días han estado llevándonos para hacernos preguntas y he recibido dos golpizas por no saber nada de lo que me preguntan. La herida de bala y la del cuchillo han cicatrizado un poco, pero duelen de una manera que ni siquiera soy capaz de describir. Luego de esas dos heridas, tengo el labio abierto por el golpe que me brindó el tío de Atlas y mi pómulo morado es gracias a un maldito que no acepta un no por respuesta.

De Atlas, Sol, Asier, Hercles y Hazel no hemos logrado saber nada, ya que ellos no nos brindan ningún tipo de información de cómo se encuentran. No puedo culparlos por no estar aquí en este momento, la última vez que los vi, los hombres quedaron tendidos en el suelo y Hazel había ido en busca de mi hija. Ni siquiera sé si se encuentran vivos o si fueron nuevamente por ellos y los mataron como tanto deseaban.

Limpio mis lágrimas y con cuidado me pongo de pie cuando escucho los típicos tres golpecitos en la puerta que son la señal de que Danae se encuentra aquí. Me sorprende su visita ya que en la mañana ya había venido y solo tiene permitido visitarnos a cada uno una vez al día. Ella entra con una carpeta en sus manos la cual me tiende luego de un saludo.

— ¿Qué es esto? — pregunto observando lo que ella acaba de darme.

—Honestamente, no lo sé— responde con su bajo de voz, pero ya no de una manera tan tímida como antes.

— ¿Quién lo manda?

—Alonso Sandemetrio, dijo que seguro te entretendrá leer esto— responde con una mueca y puedo imaginarme la manera tan desagradable en que lo dijo, por lo que supongo que este sobre contiene algo que sin duda me afectará psicológicamente y eso solo me hace soltar un bufido de frustración, ya que él sabe perfectamente como desarmarme en cuestión de segundos.

Cuando tomo el sobre ella se despide con la mirada baja y rápidamente desaparece por la puerta. Observo con el ceño fruncido lo que tengo en mis manos y leo el pedazo de papel que se encuentra encima de la carpeta. Escrito con una letra terrible puedo claramente leer "Supongo que será entretenido para ti leer esto, después de todo no somos los únicos empeñados en herirlos. Conoce tu pasado y el de tu familia Clío, ve lo que en realidad eres, una bastarda" y abajo se puede ver la firma de Alonso Sandemetrio.

Con cuidado rasgo la esquina del sobre y veo que hay varias hojas impresas dentro de el. La primera hoja es mi acta de nacimiento, lo que me hace fruncir el ceño. Luego, en la siguiente hoja, veo el expediente de una mujer que luce demasiado parecida a mí, "Samantha Anderson".

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora