Clío
Atlas se encuentra curando mi herida ya que no piensa volver a dejar que lo haga yo sola.
— ¿Te tomaste las pastillas que dejé en la mesa? — murmura mientras revisa que todo se encuentre bien con la cicatriz.
Sino hubiera estudiado arquitectura, muy probablemente sería un gran médico.
Nos encontramos en la cama, esperando ya que Sol no se ha querido despertar. El haber dormido ayudó mucho a que me encontrara mucho mejor, tanto físicamente, como mentalmente. Necesitaba descansar, para dejar de pensar tanto en lo que estaba sucediendo y así poder aclarar mis pensamientos.
Atlas se levantó mucho antes que yo, por lo que ya había tomado hasta una ducha, lo cual hizo que yo lo hiciera también, cuando él salió.
—Sí, gracias— le digo y sonrío al verlo tan concentrado con lo que hace— eres un buen enfermero, eh.
—Deberías de pagarme— murmura y veo que se alegra por ver que he despertado mucho más tranquila.
—Debería, ésa es la palabra clave— le digo y veo como ríe— debemos ir a hacer el desayuno— le digo y veo que termina de vendar mi herida de nuevo— gracias.
—Ya solucioné eso— me dice y sonríe cuando encarno una ceja.
—¿Ya preparaste el desayuno? — pregunto sorprendida.
—En realidad, lo mandé pedir— dice riendo y yo río con él.
—Bueno, vamos a ver— susurro poniéndome de pie y llegando hasta la cuna de Sol, para despertarla— Buenos días hermosa— susurro cuando abre los ojos mientras acaricio su cabello.
Ella se estira para despertarse y se frota los ojos. Veo como hace un puchero y antes de que comience a llorar Atlas la toma en brazos y la alza.
—Buenos días señorita— exclama besando su mejilla y pegándola a su pecho— ya era hora de que despertaras— le dice meciéndola de un lado a otro para que despierte del todo.
Atlas y Sol parecen conocerse de toda la vida, por la relación tan cercana que tienen. No me molesta, Atlas se ha ganado un lugar en el corazón de Sol y es totalmente merecido.
—No quelo— dice ella volviendo a cerrar sus ojos.
—Ah bueno, entonces no comerás panqueques— le dice él y ella inmediatamente abre sus ojos rápidamente y lo mira con los ojos bien abiertos, Sol ama los panqueques. Lo cual me hace reír.
— ¿Dónde? — le pregunta ella a él y eso hace que Atlas ría.
— ¿No tenías sueño? — le pregunta bromeando y ella niega.
—No Tlas— le dice y le señala la salida del cuarto haciendo que Atlas nos guíe hacia la cocina. Cuando entramos me sorprendo al ver la cantidad de comida y lo delicioso que se mira todo.
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Entre Dos Soles
Romance[EN EDICIÓN] Atlas Traid conocía el significado de vivir el dolor en carne propia. Llevaba años escondido en un tormento repleto de oscuridad, soledad y mucho dolor. La vida no lo había tratado como esperaba, más bien lo había dejado abandonado a su...