Clío
En el transcurso del viaje en el autobús, me doy cuenta de que el pequeño gancho de Sol, que Atlas le regaló hace un tiempo, no se encuentra en su pelo. Busco por todos lados, en su ropa, mi bolso y en los asientos del autobús, pero no está.
Empiezo a preocuparme ya que Sol, todas las mañanas, sin falta, me pide que le ponga su pequeño gancho. También porque no creo que a Atlas le agrade la idea de saber que Sol ya no tiene el regalo que él mismo le dio.
Decido no estresarme tanto por un gancho y toma la decisión de que mañana lo buscaré y si no lo encuentro, le contaré a Atlas.
Al bajarnos del autobús subo a la residencia, dejó mi bolso y corro rápidamente hacia el local de flores. Cuando entro, me encuentro con la Señora Marta acomodando algunos arreglos florales. Debido a la época, muchas flores no están en temporada, lo que significa que la cantidad de pedidos disminuye por la falta de variedad.
—Buenas tardes Señora Marta— le comento cuando ella voltea y nos sonríe— no se preocupe, ya puede irse a descansar.
—Muchas gracias cielo— responde mientras toma a Sol en sus brazos— como puedes ver los pedidos han disminuido un poco por la temporada y he decidido que lo mejor será cerrar por unos días a partir de mañana, merecemos descansar un poco.
— ¿Está segura?
—Claro niña— dice mientras mueve su mano en un ademán desganado— estos días han estado muy estresantes y lo mejor será descansar por lo menos una o dos semanas.
—Si es lo que usted gusta— le respondo con voz preocupada ya que eso significa que no ganaré dinero.
—Oh basta, trabajas tan duro todos los días, mereces un descanso— duce al notar mi expresión— y tranquilízate por el dinero, en las noches podrás ayudarme con hacer las cuentas y eso lo repondrá.
Eso me permite respirar con tranquilidad y sin pensarlo dos veces la abrazo con mucha fuerza.
—Muchas, muchas gracias— le digo una y otra vez— usted es un ángel.
Ella solo niega con su cabeza y con una sonrisa se despide con Sol balbuceando sobre algo con respecto a una flor.
Sin duda este descanso me hará muy bien, podré concentrarme en entregar perfectamente la maqueta para el final del bimestre y con un ahorro que tengo saldré a comprarle nueva ropa a Sol, ya que poco a poco le va quedando pequeña.
(...)
—Buenos días— le grito a Atlas por detrás, sin que se de cuenta, este al estar tan concentrado en dibujar, no había reparado en nuestra presencia. Sol ríe al ver como este pega un brinco y Atlas nos dirige una mala mirada.
—Si muero, será porque me causaron un infarto— comenta mientras cierra la libreta donde se encontraba trabajando en algo que no logré observar.
—Claro, pobre Atlas, como lo molestan— le digo haciendo un puchero, pero usando un tono burlón. Este solo rueda sus ojos y toma a Sol de mis brazos.
ESTÁS LEYENDO
Entre Dos Soles
Romance[EN EDICIÓN] Atlas Traid conocía el significado de vivir el dolor en carne propia. Llevaba años escondido en un tormento repleto de oscuridad, soledad y mucho dolor. La vida no lo había tratado como esperaba, más bien lo había dejado abandonado a su...