Capítulo 34

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Clío

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Clío

Guiada por el repugnante hombre veo como Neizan y Lior bajan de la camioneta en la que ellos se encontraban, observo que ambos se encuentran llenos de sangre, sin embargo cuando me ven ambos intentan acercarse para ver cómo me encuentro, pero no se los permiten. Yo simplemente soy capaz de negar con mi cabeza hacia ellos ya que no soy capaz de emitir una sola palabra sin sollozar y no quiero preocuparlos más de lo que ya están.

El recuerdo de Atlas siendo disparado en el pecho pasa una y otra vez frente a mis ojos y me estremezco de solo pensar que está muerto y que mi pequeña Sol se encuentra asustada.

Mis manos tiemblan sin parar, pero cierro los puños para no darles la satisfacción de saber que me encuentro muerta de miedo. Me encuentro sumamente mareada y débil por la pérdida de sangre que tengo en este momento, pero recuerdo que tengo que ser fuerte, por mí, por mi hija y por Atlas.

El dolor no logrará vencerme, mis ganas de regresar con mi familia son más fuertes que cualquier herida que tenga. Atlas jamás se dejaría vencer y yo tampoco lo haré.

Vamos Clío, demuéstrate la mujer que eres.

Con paso lento, debido al dolor, nos encaminamos hacia la tercera bodega, que por la apariencia parece que está a segundos de caerse en pedazos. El olor que desprende el lugar es terriblemente repugnante, una mezcla entre orina, basura, sudor y suciedad. Al ingresar finalmente a las bodegas observo a mí alrededor y hay un gran pasillo que termina en una puerta de metal llena de candados, a cada lado del pasillo se encuentran seis habitaciones, haciendo un total de doce habitaciones en toda la bodega.

Cada habitación es obscura y las luces tintinean haciéndome saber que están a nada de apagarse los bombillos. Observo como tanto hombres como mujeres entran y salen de las habitaciones delanteras y el asco de ver como las mujeres son tratadas, me pone la piel de gallina. Al fondo se ven lo que supongo yo, son unos baños, debido al letrero desgastado que hay junto a una puerta que está a nada de derrumbarse. Veo que de las doce habitaciones unas seis están ocupadas y las demás se encuentran vacías.

El hombre que se encuentra empujándome me lleva a la cuarta puerta del lado derecho y hace que entre a la habitación por medio de fuerza. Me giro hacia Neizan y Lior y veo que a Neizan lo colocan en la habitación frente a mí y a Lior la colocan en la habitación siguiente a la de él.

Lior y yo nos dirigimos una mirada llena de miedo y Neizan nos da un asentimiento para de alguna u otra manera brindarnos un poco de tranquilidad, pero honestamente no hace ningún efecto en ambas.

—Entra allí— exclama con voz ronca el hombre y debido a que la presión que se encuentra ejerciendo en mi brazo me está causando mucho dolor, decido no poner demasiada resistencia.

Al entrar veo que los cuartos son más pequeños de lo que parecían a simple vista y veo que no hay una ventana como tal, simplemente una diminuta rajadura donde entra un poco de luz. Hay lo que parece ser un pedazo de madera donde supongo será donde dormiré, también noto una silla de plástico rota de la parte superior, y eso es todo.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora